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domingo, 12 de diciembre de 2010

La caja de la Nada




El viernes día 9 de octubre de 2009, mi marido y yo estuvimos cenando en casa de unos amigos, David y Maite, unas personas que cuando las conoces, sientes que ha merecido la pena el haberles dedicado ese tiempo a conocerlas, sientes que has encontrado mentes evolucionadas, sanas, de las que quisiéramos encontrar siempre allí por donde pasamos. La cena fue excelente, todo un delicatesen para el paladar, el ambiente perfecto, y la compañía altamente grata, todo un placer. La tertulia de la cena nos llevó por diferentes derroteros, desde la diversidad de sabores que a cada uno nos proporcionaba el vino, tanto el de origen español como el de origen francés que compartimos durante la cena, hasta el amor y la relación entre las personas, de estas con los animales, el encanto de Nueva York, el diseño minimalista en un hogar, futuros proyectos personales y profesionales y la degustación excelente del postre hecho por David con mermelada de calabaza con mató untado en unas galletas portuguesas que a todos nos hicieron repetir.

Tras la cena y durante la sobremesa, mientras mi marido y David compartían unas copas de Chivas con hielo en el sofá del salón, apartados de la mesa donde cenamos,  Maite y yo nos retiramos a la cocina a preparar unos cafés mientras ella se fumaba el último cigarro de la noche y yo me deleitaba con nuestra conversación: la diferencia de la Y.
Aunque no lo creíamos, la conversación dio mucho de sí, y es que la XX y la XY puede dar para mucho.
Los cromosomas, que se hallan en el núcleo de cada célula, contienen genes que determinan las características de cada individuo. Las mujeres tienen dos cromosomas X, mientras que los hombres portan un cromosoma X y uno Y, lo cual les da las características masculinas.
Una  investigación publicada en la revista científica Nature  muestra que el cromosoma Y es una versión erosionada del cromosoma X con sólo unos pocos genes. El cromosoma X es también mucho mayor que el cromosoma Y. Como las mujeres tienen dos copias del  cromosoma X, uno de ellos está en gran parte desactivado. Sin embargo, no todos los genes en el cromosoma desactivado dejan de expresarse, lo que podría explicar algunas de las diferencias entre mujeres y hombres.
La doctora Louann Brizendine es una de las personas que más sabe sobre la influencia de las hormonas en el cerebro femenino. En una entrevista realizada por Eduard Punset, -escritor y divulgador científico- afirmó lo siguiente:
“Si bien genéticamente somos distintos -las mujeres tienen cromosomas sexuales XX y los hombres XY-, es importante recordar que todos tenemos, desde la concepción y hasta las ocho semanas de vida fetal, circuitos cerebrales de tipo femenino. Después de la octava semana de vida fetal, los diminutos testículos del feto masculino empiezan a liberar enormes cantidades de testosterona con las que «impregnan» los circuitos cerebrales y los transforman del tipo femenino al tipo masculino. De esta manera, por ejemplo, el centro cerebral que denominamos técnicamente la zona del «impulso sexual» dobla su tamaño en el cerebro masculino”.
Debe ser justamente por este motivo que los hombres, en la mayor  parte de su tiempo, piensan en sexo, debe ser que el sexo les convierte en personas más pasionales, con mayor impulsividad que las mujeres, lo que se traduce en muchas ocasiones en una mayor agresividad  de sus reacciones y, debe ser por esto, que también son más egoístas en sus decisiones y formas de actuar (sin ánimos de ofender a los lectores masculinos seguidores de mi blog).
Maite y yo tras varias horas de conversación al respecto de la diferencia de la Y, llegamos a la conclusión que un hombre siempre se guía por sus instintos y por lo que a él le apetece y desea en ese momento o en una situación determinada, mientras que la mujer siempre tiene una capacidad de entrega absoluta a todo cuanto hace y a todos a cuantos ama, dejando sus deseos para más tarde. Entrega incondicional a su familia, entrega incondicional a sus verdaderas amigas, entrega absoluta en las labores del hogar, alto rendimiento en su trabajo, dedicación a su vida social,  mientras que ella misma suele quedar en un último plano porque antes hay que atender al resto del mundo.
Si analizamos el número de personas solidarias que hacen aportaciones económicas mediante una cuota periódica a una ONG a fondo perdido, observamos que la mayoría son mujeres, como no es casualidad que la mayoría de empleos dedicados al cuidado del otro esté representado por mujeres, del mismo modo que sucede en el voluntariado de las organizaciones no lucrativas cuyo objetivo es ayudar a otro ser –sea humano o no humano-.
Un hombre se despierta por la mañana y no existe el mundo hasta que aproximadamente han pasado entre 30 minutos y una hora después de ponerse en posición vertical y pisar con los pies el suelo, mientras que una mujer, sólo incorporarse de la cama, piensa en preparar el desayuno para todos, mientras hace las camas, abre las ventanas, le pone la comida al perro y repasa la agenda del día que tiene. Al final de todo esto, empieza el ritual de la atención de ella misma, de su cuidado personal y de la expresión de su belleza como mujer. El hombre, mientras sucede todo esto, aún no ha salido del baño y sigue en pijama…o en paños menores, según el caso. ¿Por qué? Porque espera que ella haga todo eso justamente mientras él sólo se dedica tiempo a sí mismo, a despertarse, a mirarse en el espejo y a decidir el color de la corbata que llevará ese día en función del traje y la camisa.
Su día empieza girando en torno a él, el resto aún no existe.
Un hombre aprovecha la mínima ocasión para tener sexo con su pareja (cuando la tiene),  independientemente de las circunstancias, mientras que ella debe tener en predisposición un montón de condiciones y circunstancias para sentir y tener la predisposición necesaria que le haga alcanzar el deseo de hacer el amor con su pareja. Mientras el hombre es capaz de hacer el amor independientemente de que haya tenido un buen día o haya sido horrible porque todo le haya salido al revés, en el caso de la mujer resulta bastante más complicado.  Basta que ese día se haya torcido una reunión, o su mejor amiga le haya llamado con un problema, que su hijo haya sacado una mala nota en el examen de matemáticas o algo similar para que su mente ya tenga en que pensar y no pueda conciliar el sueño, cuanto menos relajarse y hacer el amor.
El hombre piensa únicamente “me apetece y me lanzo a la yugular”, mientras que, de forma distinta, ella analiza muchos factores y piensa en si es el momento adecuado, en si los niños ya están dormidos,  o si ya tiene organizado el día de mañana, y todo esto para relajarse y dejarse llevar con la intención de alcanzar la predisposición necesaria y, entonces, mantener una relación sexual en ese mismo instante.
Hace apenas unos años, la Universidad de Pennsylvania realizó unos estudios científicos mediante el estudio de las ondas cerebrales en hombres y mujeres y concluyó que un hombre es capaz de no pensar en nada, mientras que esta situación resulta bastante complicada en una mujer. Y es por eso que el hombre en su cerebro tiene instalado lo que yo llamo  “la caja de la nada”, donde se sumerge en largas horas de letargo que lo mantienen haciendo zapping frente al televisor, pescando a altas horas de la madrugada, o jugando al mismo videojuego durante tardes enteras, situaciones que una mujer nunca llegará a entender. ¿Se puede pensar en nada, es eso posible? ¿Se puede no hacer nada?. Para un hombre, la respuesta está clara: sí, es posible.
La diferencia de la Y da para mucho; estoy de acuerdo con Maite, aunque a todo esto tengo que añadir que también hay que ser muy valiente para renunciar al amor de un hombre, porque ellos nos dan también grandes momentos de felicidad y son, en muchas ocasiones, los pilares sobre los que nos apoyamos, como lo somos nosotras para ellos porque, en definitiva, somos complementarios y necesarios las unas para los otros.
Y es que el amor mueve el mundo, lo vence todo y nos hace ser mejores. El amor es siempre la principal fuente de evolución. Pero como dijo William Shakespeare: ¡Oh amor poderoso! Que a veces hace de una bestia un hombre, y otras, de un hombre una bestia”…
”La mujer es un manjar digno de dioses, cuando no lo cocina el diablo”.
Y es que, sin darle más vueltas, la diferencia de la Y nos hace sin duda diferentes, pero tanto hombres como mujeres nos movemos en base a un mismo punto de partida en nuestras decisiones, el amor que todo lo une, que es el mismo que nos une como seres individuales y nos vuelve complementarios, que no excluyentes pero tampoco indispensables, pues bien es sabido que en muchas ocasiones, más vale solo que mal acompañado. 
Sin embargo, ¿quién quiere una soledad eterna? La soledad es buena cuando sólo nos visita por unos instantes, pero nunca cuando decide quedarse como fiel compañera.





11 comentarios:

  1. Por eso siempre estamos discutiendo hombres y mujeres independientemente que seamos pareja o amigos de sexo opuesto...ahora lo entiendo todo, nuestro espacio destinado en el cerebro al sexo es bastante más amplio que el que tiene destinado el cerebro femenino. Jajaja...pero la verdad es que es maravillosa la diferencia, vale la pena vivirla, nos llena de felices momentos, hasta en las discusiones podemos encontrar el lado positivo, siempre.

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  2. Sin dudarlo, ¡viva la diferencia!...gracias por este genial artículo Eva, ¡un abrazote!

    Sandy

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  3. HAPPINESS ONLY REAL WHEN SHARED. Christopher McCandless. Into the Wild, 2007.

    ¡un abrazo, Eva!

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  4. Muy bueno el articulo Eva y no, no me ha ofendido jeje!
    Solo una cosa, crees que así es en el 100% de los casos? ;)

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  5. Los estudios del cerebro del hombre y de la mujer son estudios científicos que, como todos, son objetivos para una generalidad, por supuesto siempre existen excepciones que rompen las normas, pero lo que no pongo en duda es que tenemos grandes diferencias en nuestra estructura cerebral, por eso tenemos diferente sexualidad y diferentes formas de pensar, que nos lleva a tener a tener diferentes reacciones a hombres y mujeres en una misma situación.
    ¡Gracias por tu aportación, un abrazo Piu!

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  6. La relación perfecta entre hombre-mujer podría parecer un sueño, sin embargo quien no es capaz de soñar, no tiene un motivo por el cual vivir. Pero hay que pagar un pecio, a veces muy alto, por ese "sueño" que podemos convertir en una hermosa realidad!!

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  7. Cuanta verdad hay en tus palabras.... Como dice wolfy, para mi es una verdad absoluta que la felicidad para ser verdadera ha de ser compartida. Eso si, se puede compartir con X o con Y.. ahi ya surge la decisiíon de cada uno.
    Viva la diferencia sin duda, pero cuanto pagaría o haría yo por conseguir alquilar aunque sea a ratitos una caja de la nada... Será questión de pònerse a a hacer Yoga o meditación.. y aun así creo que el subconsciente femenino ni siquiera así,dejaría de trabajar.
    Gracias como simpre por tus reflexiones Eva, eres una XX maravillosa!

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  8. Muy interesante el articulo, y aunque la evolución nos lleva a parecernos cada vez mas, (yo a los 5 minutos de levantarme estoy al 100 %), gracias a Dios, la genetica se ocupa de que siempre seamos complementarios. Viva la pareja tradicional y biologica

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  9. Parece mentira lo que uno se pierde conversando sobre asuntos laborables, futbol o anécdotas divertidas de la vida, mientras una pareja de mujeres intentan discernir sobre la diferencia entre el cromosoma X e Y. Quizá justamente esa es la diferencia principal, mientras el hombre necesita organizar su capacidad intelectual, entre la diversión, trabajo y sexo, la mujer está siempre con el cerebro al 100%. De ahí los conflictos y la dependencia entre los dos, todo extremos que se atraen y se repelen.
    Hay varias interpretaciones de este artículo, algunas discrepo en su totalidad en la manera de presentarlo, por ejemplo el punto sobre el sexo, porque depende de más parámetros: grado de satisfacción en el sexo, experiencia o madurez, edad. Si fuese tal como se ha narrado, estoy seguro que la prostitución seria legal en cualquier país, la poligamía estaría a la orden del día y etc.
    Como pasa en la vida misma, los extremos de las cosas no son casi nunca buenos y en esta vida hay de todo un poco.

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  10. Sorprendentemente David, lo que narro es ciencia pura, es decir, el espacio que el hombre tiene destinado en su cerebro al sexo es bastante mayor que el que tiene la mujer y, es por eso justamente, que los hombres tenéis un impulso sexual mayor que el de la mayoría de las mujeres. Lo dice la Dra. Louan Brizendine y lo confirman otros cientos de estudios científicos al respecto. Os guste o no es así, pero te diré algo, no hay nada de malo en ello, es un aspecto particular de la estructura cerebral del hombre y, sinceramente, creo que a muchas mujeres les encanta que así sea, por eso siempre diré que, de acuerdo con otros comentaristas seguidores del blog, viva la diferencia.

    Un abrazo.

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  11. Mis cromosomas me dicen que mi autora favorita es una gran XX y que, sin dudarlo, la XY es una gran compañía independientemente de sus impulsos sexuales constantes...¡muchas veces los necesitamos, así que yo también grito que viva la diferencia!

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