facebook

domingo, 8 de enero de 2017

Un paseo londinense



South Kesington, Hotel Bailey's London, 25 de diciembre de 2016 - Londres

Cuando aterrizo en Londres está lloviznando pero hace una temperatura excelente para estar en Navidad, 12 preciosos grados que permiten disfrutar de un largo paseo por el distinguido distrito de South Kesington después de hacer el chek in en el hotel Bailey's London, un precioso hotel acogedor que no escatima en su decoración navideña ni en elegencia cuando se acercan estas fechas tan señaladas.


Pasear por Kesington es descubrir una auténtica arquitectura victoriana llena de historia y de buen gusto. Este lugar incluye algunos de los inmuebles más exclusivos del mundo. Pasear por este lugar si realmente te gusta admirar la arquitectura victoriana no tiene desperdicio.

De entrada, me lanzo de cabeza a visitar la casa donde vivió su infancia la admirada y feminista escritora Virginia Wolf, considerada una de las figuras más destacadas del modernismo literario del siglo XX. Durante el período de entreguerras, Woolf fue una figura significativa en la sociedad literaria de Londres y un miembro del gupo de Bloombury.

La joven Virginia fue educada por sus padres en su literario y bien relacionado hogar del número 22 de Hyde Park Gate, Kensington.
Cuando me sitúo frente a su casa descubro que en esta misma casa, antes que Virginia Wolf, casi puedo decir que el tiempo se había detenido, respirando lo que para ella era su día a día, su casa, su familia, la calle que veía todos los días. Sin duda, se trata de un barrio de la clase acomodada londinenses, puesto que en el número 28 de la misma calle, prácticamente justo en frente de la casa de nuestra querida Virginia Wolf, se sitúa la casa donde vivió y murió el primer ministro británnico Winston Churchill, nacido en la misma fecha que mi cumpleaños coincidiendo en día y mes, el 30 de noviembre de 1874 y fallecido en enero de 1965. Considerado un gran estadista y orador, fue uno de los grandes líderes en tiempos de guerra.

Tras este precioso paseo, me siento algo cansada; las distancias en Londres no son cortas y es el día en que también he decidido volar desde Barcelona, así que me dirijo al hotel, me doy una ducha rápida y salgo a cenar en un restaurante indio que se sitúa a unos 100 metros del hotel y que parece tener una pinta excelente, Light of India. 

Sin duda los restaurantes asiáticos, y especialmente, los de origen hindú, en Londres están muy bien considerados por su historia colonialista del Imperio Británico sobre India. Tienen una gran tradición y una cocina excelente porque muchos de los ciudadanos de origen hindú, ya son nacidos en la propia Inglaterra de generaciones anteriores y han abierto sus propios negocios culinarios.





Big Ben, London Eye, Tower Bridge, Hampstead y Candem Town, 26 de diciembre de 2016 - Londres

Amanece un día soleado, me siento una afortunada, no es fácil ver el sol en esta ciudad. Es temprano todavía y me deleito en el desayuno, el tiempo necesario para saber que puedo reponer las energías suficientes para emprender un día de mucho caminar. Tengo la ruta organizada y lo primero del día empieza en el famoso Big Ben.

Conocido como Big Ben, el famoso reloj de las Casas del Parlamento se ha convertido en una de las imágenes más famosas de Londres. La torre, construida en 1858 junto al nuevo Palacio de Westminster, constituye un peculiar edificio de 106 metros de altura construido en un estilo gótico que alberga cuatro enormes relojes situados en sus caras. El Big Ben, también conocido como reloj de la torre, es realmente es una enorme campana de 14 toneladas que se encuentra en el interior de la torre. El reloj de la Torre del Big Ben, compuesto por un reloj de 7 metros de diámetro en cada una de sus caras, fue puesto en marcha en mayo de 1859. Hoy en día se ha convertido en un símbolo de la nación y sus campanadas son transmitidas a diario por la cadena de radio de la BBC. Se trata de uno de los relojes más fiables que existen, ya que es capaz de soportar las inclemencias meteorológicas como la nieve o el viento, e incluso soportó los bombardeos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, manteniendo intacta su puntualidad.
Su nombre oficial era Clock Tower  hasta que el 26 de junio de 2012, en honor al jubileo de diamante de la reina Isabel II, se decidió que la torre pasaría a llamarse Elizabeth Tower (Torre Isabel).
La torre alberga el reloj de cuatro caras más grande del mundo, y es la tercera torre de reloj más alta del mundo. 
 La torre se completó en 1858 y el reloj entró en funcionamiento el 7 de septiembre de 1859.
La Torre del Reloj o Big Ben fue construida como parte del diseño de Charles barry para un nuevo palacio, después de que el antiguo Palacio de Westminster fuera destruido por un incendio la noche del 16 de octubre de 1834. El nuevo Parlamento fue construido en estilo neogótico. Aunque Barry era el arquitecto jefe del Palacio, encargó a Augustus Pugin el diseño de la Torre del Reloj. Este diseño fue el último de Pugin antes de caer en la locura y la depresión. Cuando Barry le visitó por última vez para recoger sus diseños, Pugin escribió: «Nunca en mi vida había trabajado tan duro para el señor Barry, mañana entregaré los diseños para terminar su campanario y es magnífico”.
El cuerpo de la torre, de 61 metros, se compone de ladrillo con revestimiento de piedra caliza de Anston de color arena. Los 35 metros restantes los forman la aguja de hierro fundido. La torre está asentada sobre una base de hormigón de 15 metros de lado y 3 metros de espesor, con una profundidad de 4 metros bajo el nivel del suelo. Los cuatro relojes están situados a 55 metros de altura. 
Detenerte unos instantes frente al Big Ben es casi como sentirte protagonista de mil imágenes distintas que siempre has visto en carteles publicitarios, películas o anuncios de televisión. La sensación que tuve es la de haber visto antes este magnífico reloj, aunque era plenamente consciente que esta era la primera vez.

Tras las fotos de rigor junto al Big Ben, apenas unos pasos más allá, me encuentro de frente co nla famosa y sorprendente noria de Londres.

La noria de 135 metros de altura conocida como The London Eye -El Ojo de Londres- se ha convertido en uno de los iconos más emblemáticos de la ciudad y de toda Gran Bretaña. Conocida también como Millennium Wheel (Rueda del Milenio), esta noria es un logro del diseño y la ingeniería construido a lo largo de siete años por cientos de trabajadores provenientes de cinco países diferentes.
La estructura gira constantemente a velocidad lenta para permitir que la gente pueda subir sin detenerse y el recorrido por las alturas de la ciudad dura aproximadamente 30 minutos.
The London Eye ofrece unas vistas panorámicas impresionantes y si os digo la verdad, cuando alcanzas el punto más alto de la altura de la noria, la vista es de vértigo, y el resplandor del sol sobre la ciudad de Londres convierte este instante en un bonito recuerdo.
La mañana se va terminando pero antes de hacer una pausa para comer, tengo previsto cruzar el impresionante Tower Bridge de Londres.

Este llamativo puente levadizo, construido con estilo victoriano, se encuentra situado junto a la Torre de Londres.
A medida que Londres se fue expandiendo, fue necesaria la construcción de varios puentes que unieran las dos orillas del Támesis.
El primer puente que se construyó fue el Puente de Londres (London Bridge), al que siguieron otros muchos que se situaron al oeste del mismo para no entorpecer la zona del puerto.
Durante el siglo XIX se produjo un gran crecimiento en la zona este del London Bridge y se hizo necesaria la construcción de un nuevo paso. Para no afectar al creciente tráfico fluvial, se tomó la decisión de crear un puente levadizo accionado por máquinas de vapor, que se vería finalizado en 1894, después de 8 años de construcción.
El recorrido a pie por el puente es muy sencillo y dura apenas 15 minutos, su arquitectura es realmente impactante y las vistas del Támesis desde el puente son un regalo que no se puede dejar pasar por alto.
A estas alturas, mi cuerpo va pidiendo clemencia pero aún y así pongo rumbo a Hampstead, y antes de iniciar la ruta por este magnífico lugar, hago una pausa para un lunch tranquilo que no dura más de una hora.
El precioso barrio de Hampstead está situado en el noroeste de Londres, a tan sólo 15 minutos en metro del centro de la capital británica. Pertenece al distrito o borough de Camden. Se trata de un barrio que siempre se ha relacionado con artistas y escritores, y por ello es conocido como el distrito literario de Londres, un acogedor pueblecito típico muy elegante, con un ambiente muy local. También es muy conocido por Hampstead Heath, uno de los parques más amplios y salvajes de Londres.

Hampstead es famoso entre la gente más adinerada de Londres, ya que es donde se concentra la mayor riqueza del país. Aquí es donde encontramos los costes de vivienda más altos del Reino Unido.
Empiezo mi ruta visitando la antiquísima taberna The Spaniards. Se trata de un pub con historia y con leyenda, construido en 1.585 en lo alto de Hampstead Heath. Es el pub que está situado en el punto más alto de Londres. Se construyó como una posada que marcaba la entrada al obispado de Londres, y en el pequeño edificio que hay en frente se controlaba la entrada y se recaudaban tasas aduaneras para entrar a la zona de Finchley.
La posada hoy en día se conoce como la posada de los españoles, y hay dos teorías para este nombre, ya que se convirtió en la casa de campo de un embajador español, pero años más tarde perteneció a dos hermanos españoles. La leyenda cuenta que estos dos hermanos se debatieron en duelo por una mujer, y uno de ellos murió durante el duelo. Se dice que el espíritu del hermano fallecido sigue vagando por el Spaniards y que algunas personas  consiguen verlo. Además, este precioso pub tiene también historia literaria, pues fue mencionado en “The Pickwick Papers” de Charles Dickens, también en “Drácula” de Bram Stocker y el poeta John Keats escribió  su “Oda a Nightingale” en el fantástico jardín de este pub.
La foto que me hice en la entrada de esta posada medieval, fue precisamente sentada en mismo banco donde Keats escribió su Oda.
El Spaniards orprende por su decoración, con sus vigas de madera bajas auténticas y paneles oscuros, consiguiendo una sensación de pub rural auténtico. 
Cuando termino de visitar este precioso rinconcito de Londres, continuo mi ruta por el Hampstead Village,  se trata del centro de este emblemático lugar.. Al salir de la estación de metro nos encontramos con la calle principal, la High Street, donde nos encontramos con numerosas tiendas y el Community Centre, donde suele haber un mercadillo de libros. Una de las callecitas más recomendables para visitar es Flask Walk, y desde aquí podemos perdernos por los callejones que hay entre las casas, y apreciar la arquitectura georgiana que le da a estas casas un aspecto muy particular. Una calle llena de encanto.

En la High Street nos podemos encontrar con uno de los puestos de crepes más famosos de Londres, La Creperie de Hampstead, donde no es raro encontrarse con algún famoso haciendo cola. Y donde, sin lugar a dudas, yo tampoco pude resistirme a hacer la cola oportuna y comprarme uno de sus famosos crepes.

Para terminar la ruta del día, de regreso al hotel, decido hacer una parada en Candem Town, uno de los mercadillos más famosos de Londres donde es suficiente pasear una hora si tan sólo tienes intención de frecuentar en ambiente y no hacer compras. Bisutería, artesanía, y antigüedades, junto a los típicos souvenirs que no faltan en los lugares turísticos es lo que aquí puedes encontrar.

Es de noche hace ya un buen rato y es hora de regresar al hotel, darme una ducha y terminar el día con una guinda única. Una cena romántica en el restaurante francés Clos Maggiore, considerado uno de los más románticos de Londres.

Sin duda la decoración es exquisita y muy acogedora, con su jardín interior y unas chimeneas que convierten este restaurante en un lugar intimo donde mantener una velada muy especial con tu pareja. La gastronomía, estuvo a la altura de mis expectativas.
Sin duda, un deleite para todos los sentidos.











Museo de Charles Dickens, Tower London y Winter Wonderland en Hyde Park, 27 de diciembre de 2016 - Londres


Me despierto temprano aún con el recuerdo de la maravillosa cena de anoche pero con la mente puesta en lo inmediato que me dispongo a hacer hoy.

La emoción la tengo contenida, porque mi primera parada, tras un rápido desayuno, empieza en el Museo del famoso escritor y novelista inglés Charles Dickens.

Este museo, ubicado en el distrito de Holborn de Londres, ocupa una típica casa adosada de Georgia, que fue el hogar de Charles Dickens desde el 25 de marzo de 1837 (un año después de su matrimonio) hasta diciembre de 1839. Dickens y su esposa Catherine vivieron aquí con el mayor de tres de sus diez hijos y con dos de las hijas de Charles, sus hijas Mary Kate y Macready, nacidas en su casa.
Repartidas en cuatro plantas, el Museo de Charles Dickens posee la colección más importante del mundo de pinturas, ediciones raras, manuscritos, muebles originales y demás temas relacionados con la vida y obra de Dickens. Tal vez la mejor muestra es el retrato de Dickens conocido como Dream Dickens por RW Buss, un ilustrador original de The Pickwick Papers. Este retrato inacabado muestra a Dickens en su estudio en Gads Hill Place, rodeado de muchos de los personajes que él había creado.
Los dos años que Dickens vivió en la casa fueron muy productivos, ya que aquí completó The Pickwick Papers (1836), escribió la totalidad de Oliver Twist (1838) y Nicholas Nickleby (1838-1839) y trabajó en Barnaby Rudge (1840-1841).

La emoción que me embriaga recorriendo cada estancia y mirando a través de cada ventana de la casa de Dickens es inexplicable. En algunos momentos me descubro de repente incluso conteniendo esa misma emoción para que no se desborde por mis ojos . Conocer su historia para poder imaginar cómo fue una parte de la vida de este gran escritor que fue el más destacado de toda la época victoriana, ha sido hasta el momento la experiencia más gratificante de todas las que por ahora he vivido en Londres.

Con la sonrisa puesta por vestido tras esta impresionante visita a la casa de Charles Dickens, oriento mis pasos tras una pausa rápida para un café hacia la Tower London.
La famosa Torre de Londres fue construida bajo el reinado de Guillermo (1.020-1087) conocido como Guillermo el Conquistador y también como Guillermo el Bastardo. La Torre de Londres -Tower London- es una enorme fortificación que ha funcionado a lo largo de su historia como residencia real, arsenal, fortaleza y prisión.
Durante más de 900 años la Torre de Londres fue sinónimo de terror debido a que se trataba del lugar en el que eran encerrados todos aquellos que ofendían al monarca. La mayoría de los presos malvivieron en condiciones espantosas y no salieron con vida, o fueron torturados antes de ser ejecutados en la cercana Tower Hill -Colina de la Torre-.
Fueron muchos los personajes de gran relevancia que tuvieron la desgracia de sufrir entre las paredes de la Torre de Londres, entre los que se incluyeron algunos reyes derrocados, aristócratas y clérigos acusados de traición, entre ellos me vienen a la memoria la reina consorte Ana Bolena, la reina Jane Grey, el barón William Hastings, o el pensador y escritor Tomás Moro.
Pasear por sus pasadizos y estancias es una auténtico viaje al pasado que no da respiro a los sentidos que se avivan con el olor de las paredes de piedra y a las tarimas de madera como suelo en algunas estancias, viejas, ennegrecidas, desgastadas, y abarrotadas también de otras personas que, como yo, lo consideran visita imprescindible en Londres. 

Lo primero que visito, una vez dentro del conjunto de la Torre, es el Palacio Medieval que constituyó un confortable hogar para los miembros de la realeza. En él aún se conservan algunos restos del mobiliario que muestran el lujo y la opulencia que en su día reinó en la torre.

Tras visitar las estancias del Palacio Medieval, no tuve más remedio que hacer una hora y media de cola para poder ver la impresionante colección de joyas de la corona. Una colección de diamantes, esmeraldas, zafiros, rubíes, perlas, objetos de oro y demás, que son los materiales por los que se componen las coronas, espadas y cetros de incalculable valor tanto material como histórico y religioso que pueden contemplarse en un recinto protegido por puertas de acero y vitrinas blindadas que imponen y recrean todo un escenario del lujo de las monarquías inglesas de siglos anteriores, donde la ostentación marcaba una diferencia inmaculalda sobre el resto de ciudadanos y en comparación a otros países a los que se quería demostrar el poder y la riqueza de un país como Inglaterra.

Después de salir de esta impagable visita, me adentro en la Torre Blanca, conocida como la Torre de Londres. Es el edificio central y el más antiguo de la Torre de Londres, además del que le da nombre a la fortificación. Construida entre los años 1078 y 1100, la Torre Blanca ha funcionado como residencia real, armería y prisión. Sin duda la colección de escudos, armas, cañones y armaduras, incluyendo la propia armadura del rey Enrique VIII y su caballo, dejan a la vista atónita y al corazón encogido por el auténtico viaje al pasado que se consigue adentrándose en un lugar como éste.

Como ruta final, paso por delante de las estancias al aire libre, una especie de jardín donde se encuentran los cuervos siempre a la vista de las personas que pasean por este rincón. Los cuervos son los residentes más famosos de la Torre de Londres. Según la leyenda, si los cuervos desaparecieran se desplomaría la torre, y con ella el reino. Con el fin de evitar tal catástrofe, uno de los guardias que protegen la torre, conocido como Ravenmaster (Maestro de los Cuervos), cuida de los cuervos y les corta los extremos de una de las alas para evitar que se escapen.

El día ha sido intenso y mis pies van pidiendo clemencia porque a estas alturas del día ya llevo 6 horas caminando y haciendo algunas colas, pero aún y así, decido no detenerme y continuar directa hacia Hyde Park y visitar el impresionante show que supone el Winter Wonderland. Un parque de atraciones y puestecitos de decoración navideña que parece sacado de una película o en algunos casos, según el rincón, del más bonito cuento de Navidad que quizas, un tal Charles Dickens, pudiera escribir en la historia de su vida.

Con más de 140 hectáreas de extensión, Hyde Park es el parque más grande del centro de Londres y constituye el gran pulmón de la ciudad. El terreno del parque perteneció antiguamente a la Abadía de Westminster hasta que, en 1536, las tierras fueron expropiadas por Enrique VIII y se abrió como parque público en el siglo XVII. 
Hyde Park está considerado como el parque más antiguo de la ciudad y desde su creación ha sido escenario de duelos, manifestaciones y conciertos. 

Tras la visita por el parque, es momento de regresar al hotel. Es necesario dar tregua al cuerpo, reponernos con una ducha caliente y prepararse para disfrutar de una preciosa velada y cena restauradora en el restaurante Hutong.

Este impresionante restaurante de origen asiático, está ubicado en la planta 33 del famoso rascacielos The Shard.

Las vistas que ofrece sobre la ciudad de Londres te dejan sin respiración y la gastronomía es absolutamente excepcional. El rodaballo especiado y absolutamente deshuesado y sin espinas es un placer para el paladar que consigue restaurar el alma con la impresionante presentación que el chef me hace del plato. El pato pekines, para los amantes de la comida china y que sean carnívoros, no tiene descripción alguna en cuanto a excelencia en su sabor y presentación, y lo mismo si hablamos de los típicos dumplings o dim sum que pueden estar rellenos de pescado, verdura, o carne. 

Realmente excelente.

Brillante. 

Por fin, el premio merecido tras un duro día de caminar cumpliendo con la ruta prevista que estaba fijada para hoy.













Palacio de Westminster, Sant Paul's Cathedral y Harrods, 28 de diciembre de 2016 - Londres

De nuevo amanece y al abrir las cortinas de la ventana de mi habitación vislumbro un sol y un cielo azul sobre la ciudad de Londrers.

Tras un desayuno, algo más pausado que el de ayer, la mañana empieza adentrándome en el Palacio de Westminster, también conocido como las Casas del Parlamento

La visita por este lugar no tiene desperdicio, especialmente si eres un admirador de la historia de Inglaterra. El Palacio de Westminster es un edificio gótico victoriano que alberga las dos Cámaras que componen el Parlamento Británico, aunque años atrás también había servido como residencia real en Londres desde la época de Guillermo el Conquistador.
En octubre de 1834, un asolador incendio destruyó el antiguo palacio que había alojado el Parlamento desde 1512. Del antiguo palacio sólo se pudo salvar una ínfima parte, compuesta por el Westminster Hall, los claustros y la cripta de St Stephen´s Chapel y la Jewel Tower, una construcción del siglo XIV en la que se guardaban las joyas y el oro. De los 97 proyectos presentados para la construcción del nuevo edificio, los ganadores del concurso fueron los arquitectos Charles Barry y Augustus Welby Pugin. En 1847 el edificio se veía prácticamente terminado con la construcción de 1.200 habitaciones, 11 patios y 3,5 kilómetros de pasillos. La ostentosa fachada del edificio ofrece un bello panorama mientras los pináculos dorados y las estatuas de los reyes se reflejan en el río.                              
El palacio se encuentra flanqueado por la Victoria Tower, una imponente torre que reúne las copias de todas las leyes del Parlamento desde 1497, y también por la carismática torre del Big Ben. Contemplar las enormes estatuas de su vestíbulo, la enorme biblioteca de textos jurídicos y reglamentarios que rigen Inglaterra, sus vitrinas y sus asientos de piel y madera, es un auténtico regalo para los sentidos de quien siente una pasión extraordinaria por conocer la historia de un pasado que ha conformado y asentado las bases de la sociedad actual inglesa y, de algún modo, también en cierta forma. del resto de Europa.
Saliendo del Palacio de Westminster, me dirijo a la impresionante Sant Paul's Cathedral. Cuando llego al lugar en el que se encuentra y la veo majestuosa alzada frente a mí, siento de repente un intenso escalofrío que desvía mi vista hasta las alturas de su imponente cúpula.
Con una altura de 111 metros, la Catedral de San Pablo es la segunda catedral más grande del mundo, justo por detrás de la Basílica de San Pedro de Roma. Es la obra maestra de Christopher Wren. El emplazamiento en el que se encuentra situada la Catedral de San Pablo ha estado ocupado por edificios religiosos desde tiempos inmemoriales, ya que fue el lugar elegido para colocar un dolmen y posteriormente un templo griego. El templo fue reemplazado por la iglesia más antigua de Inglaterra. Es la catedral anglicana de Londres, la sede de la diócesis y del obispo de Londres, perteneciente a la denominada Iglesia de Inglaterra. Se encuentra en Ludgate Hill, el punto más alto de la ciudad. Su dedicación al apóstol San Pablo data de la iglesia original erigida en el mismo lugar, fundada en el año 604 D.C.

La catedral, construida en madera, fue uno de los muchos edificios afectados por el incendio de 1666 y tuvo que ser reconstruida en diferentes ocasiones hasta llegar a convertirse en el impresionante edificio actual, erigido entre 1676 y 1710. Desde su construcción, la Catedral de San Pablo ha sido lugar de celebración de importantes acontecimientos, como el funeral de Winston Churchill, el funeral de Margaret Tatcher o la boda del príncipe Carlos y Lady Diana.

La Catedral de San Pablo es un enorme templo con planta en forma de cruz que presenta una llamativa decoración, sobre todo en los preciosos techos decorados con pinturas al fresco. Probablemente el mayor atractivo de la catedral sea su gran cúpula, compuesta por tres galerías circulares. Tras un ascenso de 257 escalones se llega hasta la primera de ellas, la Galería de los Susurros, situada a 30 metros de altura. Se trata de un lugar con una increíble acústica en el que se puede oír hasta el más mínimo sonido producido en el extremo opuesto de la cúpula. Después de subir 376 escalones más se llega hasta la Galería de Piedra, que ofrece agradables vistas desde el exterior de la cúpula, aunque estas son superadas por las de la Galería Dorada, situada a 85 metros de altura y a la que se accede tras subir cientos de escalones estrechos, pequeños y que van conformando una retahíla de escaleras de caracol de madera primero, de piedra después y, finalmente, de hierro forjado. Sin duda, cuando alcanzas la altura máxima de la tercera de las galerías, las vistas sobre la ciudad de Londres, en un día soleado como el de hoy, es un regalo que nunca olvidarás. No sólo por el esfuerzo realizado tras un ascenso de unos 600 escalones en no muy buenas condiciones, sino por la enorme satisfacción que da contemplar un skyline que no tiene comparación desde ningún otro lugar de altura de la ciudad. Un giro de 360 grados que permite contemplar la totalidad de la ciudad.
Las entrañas de la Catedral de San Pablo se encuentran perforadas formando una gran cripta en la que se conservan algunos fragmentos de los anteriores templos y diferentes monumentos y memoriales, además de los restos de algunos grandes personajes británicos como Horatio Nelson, el Duque de Wellington o Churchill.

Tras cinco horas de estar de pie, caminar y subir y bajas escalones, decido darme una tregua para reponer energías que no dura más allá de una hora para luego cambiar de rumbo por completo, dejar la historia y la cultura a un lado y visitar los famosos y lujosos almacenes Harrods.

Los orígenes de Harrods datan de 1834, cuando Charles Henry Harrod abrió una pequeña tienda de comida. En 1849 la tienda se trasladó a su localización actual donde, con el tiempo, fue ampliándose mediante la compra de las tiendas y casas aledañas. En diciembre de 1883 Harrods fue víctima de un gran incendio y se derrumbó. Al poco tiempo, el edificio fue reconstruido a mayor escala. Actualmente el propietario de Harrods es el egipcio Mohamed Al Fayed.
Como visita turística, Harrods ofrece una decoración de lujo con estatuas, fuentes y salas decoradas con diferentes motivos. Conviene hacer una mención especial a la sala egipcia y a los monumentos conmemorativos de Diana de Gales. Harrods es uno de los centros comerciales más lujosos del mundo y, por tanto, sus precios son bastante elevados en general. La primera escalera mecánica del mundo se instaló en Harrods en 1898. En sus primeros días la escalera inquietaba a los clientes y el centro comercial los fidelizaba a base de brandy. Sin duda, era una opción extravagante pero que daba resultado.
Mis pies a estas horas están agotados, el cansancio de días se va acumulando y las horas de caminata no perdonan...es momento de regresar al hotel a por la merecida ducha de cada tarde antes de salir a cenar.
Hoy, la opción es algo colindante prácticamente al hotel, caminar se hace complicado, así que justo al lado tengo un restaurante indio con una pinta maravillosa, Bombay Brasserie, con un ambiente tranquilo y una gastronomía que invita a la recomendaciónpara quien sea amante de la comida india. Platos especiados y de primera calidad, mientras al fondo, alguien toca un piano en directo consiguiendo hacer de la velada un relajado y merecido momento antes de irme a dormir.







Bloomsbury, British Museum, Covent Garden y Picadilly Circus, 29 de diciembre de 2016 - Londres

A medida que van pasando los días una amanece más cansada por las largas horas de caminata por descubrir Londres, sin  embargo no pierdo un ápice de interés ni de ilusión por seguir descubriendo. 

Alguien me había dicho que en Londres siempre llueve pero sigo teniendo suerte. De nuevo, otro día soleado en la city.

Empiezo la mañana por terminar la visita que dejé a medias en el barrio de Bloomsbury para descubrir la casa a la que Virginia Wolf se trasladó cuando después de la muerte de su padre, y segunda crisis nerviosa de Virginia, Vanessa y Adrian (hermanos de Virginia) vendieron el número 22 de Hyde Park Gate y compraron una casa en el número 46 de Gordon Square en Bloomsbury. Se estableció con su hermana Vanessa –pintora que se casaría con el crítico Clive Bell– y sus dos hermanos en el barrio londinense de Bloomsbury, que se convirtió en centro de reunión de antiguos compañeros universitarios de su hermano mayor, entre los que figuraban intelectuales de la talla del escritor E. M. Forster, el economista J. M. Keynes y los filósofos Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein, y que sería conocido como el grupo o círculo de Bloomsbury.

Después de este tranquilo y precioso paseo por las calles de Bloomsbury, el auténtico barrio literario de Londres junto con Hampstead, mi ruta continúa con la visita el Museo Británico, uno de los más importantes del mundo. 


Sus colecciones abarcan campos diversos del saber humano, como la historia, la arqueología, la etnografía y el arte. El museo fue una de las primeras instituciones de este tipo en Europa. Custodia más de siete millones de objetos de todos los continentes, muchos de los cuales se encuentran almacenados para su estudio y restauración, o guardados por falta de espacio para exhibirlos. Cuenta con la mayor sala de lectura de la Biblioteca Británica, biblioteca que aunque ahora tiene sede propia, hasta el año 1973 también formaba parte del museo. 
La sección del Antiguo Egipto es la más importante del mundo después de la del Museo Egipcio de El Cairo.
El origen del museo se remonta a una colección de más de 80.000 artículos procedentes de la colección privada de Sir Hans Sloane, médico y naturalista. Este médico donó su colección privada al Estado británico según indicaba su testamento del año 1753. 
Desde su inauguración, el museo no ha hecho más que aumentar su colección mediante donaciones o compras. Aunque al principio su principal patrimonio eran los documentos y libros, pronto empezó a recibir gran cantidad de objetos antiguos. En el año 1782 aumentó de forma significativa la colección de antigüedades, por la compra por parte del Estado de las obras y objetos de Sir William Hamilton, embajador británico en Nápoles, que incluían piezas de Grecia y Roma. La derrota de la flota de Napoleón en Egipto en la batalla de Aboukir permitió que el Museo Británico adquiriera en 1801 gran cantidad de antigüedades egipcias y la célebre piedra de Rosetta.

Fue uno de los momentos clave en mi visita por el Museo británico. la piedra roseta es impresionante, no por su tamaño ni por su antigüedad que son dos características obvias sino por la impresión y el impacto que me produjo tener un objeto tan antiguo frente a mis ojos. 
La piedra Rosetta es un fragmento de una antigua estela egipcia de granodiorita inscrita con un decreto publicado en Menfis en el año 196 antes de Cristo en nombre del faraón Ptolomeo V. El decreto aparece en tres escrituras distintas: el texto superior en jeroglíficos egipcios, la parte intermedia en escritura demótica y la inferior en griego antiguo. Gracias a que presenta esencialmente el mismo contenido en las tres inscripciones, con diferencias menores entre ellas, esta piedra facilitó la clave para el entendimiento moderno de los jeroglíficos egipcios.

Sin duda la parte de antigüedades dedicadas al arte romano y griego es siempre mi gran pasión en los museos de arte clásico, y la Venus fue una de las piezas que más me gustó de contemplar.

Tras una ruta de 4 horas sin descanso por muchas de las estancias y plantas del Museo Británico, salgo agotada pero no rendida, así que me dirijo en metro al maravilloso mercado de Coven Garden. Este es uno de los distritos con más encanto de todo Londres, una zona animada por artistas callejeros que se afanan por mantener un ambiente alegre mientras los visitantes recorren las tiendas y mercados, o disfrutan de un café en una de las agradables terrazas. La historia de la actual plaza de Covent Garden comenzó en el siglo XVII, cuando el terreno pasó de manos de los monjes de Westminster a ser propiedad de los condes de Bedford. Fue entonces, cuando en 1631 comenzaron las obras para convertir la zona de cultivo en una plaza pública. Así, en el año 1660 se creó un gran mercado de flores, frutas y verduras que hizo famoso el barrio y, a principios del siglo XIX, el aspecto de la plaza se vio modificado por la construcción de tres pabellones cubiertos que pasaron a alojar el mercado. En 1974 el edificio del mercado fue rehabilitado para ser transformado en una superficie comercial que se ha mantenido hasta nuestros días, con su aire bohemio y acogedor.
Sus callecitas, plazas, rincones y tiendas tanto artesanas como de grandes firmas internacionales consiguen hacer de este distrito un precioso lugar en el que dejarse perder entre sus calles y su ambiente para descubrir un Londres distinto.
Tras un extenso paseo por Covent Garden, sigo caminando hasta alcanzar la zona de Leicester Square y de Picadilly Circus, cruzando por completo la famosa calle Regent Street llena de un ambiente único y de tiendas a lado y lado de sus extensas aceras.
Luz, color, música, ambiente, cafeterías, pastelerías, restaurantes y moda en cada esquina componen un ambiente extraordinario y animado que completa la particular zona de ocio de Picadilly Circus, una calle que parece que haya querido ser la imitación de Times Square y que, aunque con su encanto, está muy lejos de conseguirlo.
A estas alturas del día, ya de noche y con todas las luces de la ciudad encendidas, me dirijo de nuevo al hotel para la ducha de rigor antes de prepararme para una cena que esta noche será en Picadilly Circus. Me espera San Carlo Ciccheti, un restaurante italiano de referencia en Londres.
La gastronomía, así como la atención al cliente fue destacable y puedo decir que si alguna vez regreso a Londres, no descarto repetir. Un lugar acogedor y con encanto y con una gastronomía puramente italiana riquísima.

Tras la cena, decido apurar la noche acercándome al Soho, muy cerca de Picadilly Circus. Voy en busca de el mejor club de jazz de Londres, Ronnie Scott's Jazz Club. Un auténtico club de jazz londinense que permanece abierto desde el 30 de octubre de 1959. Este entrañable club ofrece una excelente música en vivo donde degustar, mientras tomas una copa, de un concierto de jazz de primera clasee que te hace contener la respiración y mantener los ojos abiertos como platos desde el segundo uno en que pisas este lugar.

Cuesta apartar la mirada del escenario, cuesta no mover los pies, los hombros, o dejar de ladear hacia uno y otro lado la cabeza siguiendo el ritmo del bajo, del contrabajo, del batería, del piano o del saxo.

No hay palabras. Este ha sido uno de los momentos estrella en Londres.

Auténtico. Brillante.













The Globe, National Gallery y Oxford Street, 30 de diciembre de 2016 - Londres
Hoy es el primer día en que no veo salir el sol en la ciudad de Londres. un día nublado, con 3 grados en el termómetro y una niebla muy densa que dificulta la visibilidad.

Mi día empieza hoy con un acontecimiento histórico-cultural visitando el emblemático Shakespeare's Globe Theatre. El teatro original fue construido en 1599 para la compañía de teatro de William Shakespeare. Muchas de sus obras maestras fueron creadas para ser representadas en The Globe, convirtiéndose en uno de los teatros con más éxito de Londres. 

En 1613 una de las representaciones se vio sumida en el caos cuando el tejado de paja comenzó a arder y el fuego terminó destrozando el teatro. Sobre el mismo terreno se construyó un segundo teatro que funcionó como sede de la compañía de Shakespeare hasta 1642, cuando todos los teatros de la ciudad fueron clausurados por la Administración Puritana Inglesa y, como consecuencia, como se utilizaba, en 1644 el teatro fue demolido. Sin embargo, en 1949 el actor, director y productor Sam Wanamaker realizó un viaje a Londres y, tras observar con desilusión cómo sólo quedaba una placa conmemorativa como homenaje a Shakespeare, en 1970 comenzó a reunir fondos para la reconstrucción del teatro, algo que logró casi en su totalidad. ya que fue después de su fallecimiento, en el año 1997, cuando la fiel reproducción del edificio del teatro quedó finalizada. 
Pasear por sus gradas de madera, o contemplar tan de de cerca su escenario es un pequeño gran viaje al pasado que te ayuda a recrear y casi a vivir la época del famoso Shakespeare en la Inglaterra del siglo XVI y XVII.

Tras esta bonita experiencia, estoy dispuesta a visitar sin tregua el famoso National Gallery de Londres, inaugurado en 1824. Este museo puede decirse que es estrictamente una pinacoteca, ya que no exhibe esculturas ni otras artes. Tiene una colección de más de 2.300 pinturas, mayormente europeas y que corresponden a un amplio periodo histórico que va de 1250 al añ 1900. 

Me deleito con casi todas las impresionantes pinturas que tiene este museo pero recuerdo especialmente El baño de Venus de Velázquez o los Girasoles de Van Gogh, aunque no fueron menos destacables muchas de las pinturas de Zurbarán, Murillo, Rembrand, Renoir, Manet, Monet, Cézanne, Claude, Van Dyck...impresionante colección para pasar bastantes horas disfrutando de estas maravillas de la historia del arte.

Tras varias de horas de recorrido por sus salas y galerías, hago una breve pausa para reponer fuerzas y tras la comida, me planto en cuestión de minutos en la calle Oxford Street que, en Navidad, es especialmente bonita por la espectacular decoración navideña que usan sus centros comerciales y tiendas. Es una calle repleta de comercios y con un ambiente muy animado de turistas y londinenses que se lanzan a las compras por estas fechas. 

Finalmente, tras un largo paseo por Oxford Street, ha llegado el momento de regresar al hotel para darme una ducha caliente, descansar un rato no demasiado largo y volver a prepararme para salir a vivir mi próxima experiencia culinaria. Esta noche, tengo mesa reservada en el restaurante de origen asiático Hakkassan.

El lugar es precioso, luces tenues, ambiente selecto y una gastronomía que, de nuevo, sorprende. A menudo, con las largas horas de caminar y de estar de pie en la ciudad visitando sus  mejores encantos, momentos como estos donde la cena cobra vida propia eligiendo lugares de referencia y que son distintos a lo habitual, se convierten en el rato más relajante y deseado del día.











Westminster Abbey y fin de año en Skylon, 31 de diciembre de 2016 - Londres
Hoy es el último día del año, y Londres ha decidido....
Tras el desayuno, cojo el metro cuya estación está frente a mi hotel en Gloucester Road Station, y en 10 minutos estoy ya delante de la maravillosa reliquia histórica que es Westminster Abbey.
La Abadía de Westminster es el templo más famoso y antiguo de Londres. Fue elegida como sede para las coronaciones reales, y también acoge las tumbas de los monarcas y figuras históricas británicas de los últimos mil años.
La abadía, construida con estilo románico, fue consagrada en el año 1065 para dar cobijo a los monjes benedictinos. Entre 1245 y 1517 fue reconstruida con un estilo gótico y durante el siglo XVIII sufrió su mayor transformación, tras la construcción de las dos torres de la entrada principal. A pesar de que la abadía fue incautada por Enrique VIII durante la disolución de los monasterios en 1534 y clausurada en 1540, se salvó de ser destruida gracias a que se encontraba bajo el control directo de la Corona de Inglaterra, fuera de la jurisdicción de la Iglesia. Estos fuertes lazos con la corona también lograron salvar la abadía de los ataques producidos por los iconoclastas durante 1640.
Desde la coronación de Guillermo el Conquistador en el año 1066, todos los monarcas ingleses han sido coronados en la Abadía de Westminster utilizando un trono de coronación medieval del siglo XI que aún se conserva. Algunos de los acontecimientos más recientes celebrados en la abadía han sido el 80 cumpleaños de la reina Isabel II o el funeral de la princesa Diana de Gales. Los muros de la abadía guardan algunos de los mejores ejemplos de la arquitectura medieval londinense. Con una impresionante colección de tumbas y mausoleos de grandes personalidades británicas, la abadía ocupa un lugar privilegiado en la conciencia nacional británica.
Sin duda, la Capilla de Lady Chapel y el rincón de los poetas son las dos partes que más me han entusiasmado. Contemplar las tumbas de célebres personajes como el mismo William Shakespeare, Charles Dickens, Jane Austen, Thomas Hardy o Charlotte Brönte entre otros ha sido para mí algo inexplicable. Sentirlos, pensar en ese instante en todo el legado que nos han dejado durante años, e incluso siglos, y casi respirarlos ha sido una experiencia que siempre recordaré con el corazón.
Como sé que esta noche va a ser larga porque la ocasión lo merece, es hora de regresar antes de lo previsto al hotel. Hoy es necesario darme una tregua antes de iniciar la odisea de alcanzar la conocida zona roja de Londres para celebrar la última noche del año. La cena está prevista en el famoso restaurante Skylon, con vistas a los fuegos artificiales que decoran la noche de Londres en una celebración como es la de fin de año junto al Big Ben y el London Eye.
Es todo un espectáculo, tras la cena, salgo justo unos minutos antes de las 12 de la noche a la terraza que ofrece las mejores vistas de todo Londres para contemplar la celebración de la Nochevieja londinense.
Esto sí es un espectáculo en toda regla, luces, música, ritmo, emoción, celebración. La piel erizada. La emoción que se desborda. La vida transcurriendo. Otro año más por delante para soñar.
Para vivir.

Para seguir viajando.










The Bailey's Hotel, 1 de enero de 2017 - Londres

Hoy es mi último día en Londres.


Querido Londres, gracias por todos estos momentos tan maravillosos. Ha sido un auténtico placer descubrirte.

Vuelvo a casa, es hora de regresar a Barcelona.






12 comentarios:

  1. ¡Impresionante tu ruta londinense Eva, me la apunto!

    ResponderEliminar
  2. Tú siempre fotogénica, eso nunca falla, y lo que tampoco falla es que tus viajes son una guía para todos, lo del Ronnie Scott's Jazz Club suena increíble, en mi próxima visita a Londres paso por este lugar, ¡eres una crack!

    ResponderEliminar
  3. Esta escritora, bloguera y viajera siempre resulta interesante de leer y mucho más de descubrir. Nos ilustra a todos con la belleza de sus versos, pero también de sus experiencias y su presencia. Una maravilla este viaje por Londres. Ya tengo ruta para cuando decida visitar la ciudad.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Grandísimo Londres y su mítico Bloomsbury. Estaba claro que esta zona estaría incluida en tu ruta por esta magnífica ciudad. Aunque algo me dice que por la forma de expresar la vivencia de este viaje y el de París, que no se me olvida como buen seguidor tuyo que soy, que tu alma es mucho mas parisina que londinense. ¿Me equivoco escritora?.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  5. Excelente relato, de nuevo felicidades Eva.¿Cuál es el próximo viaje?

    ResponderEliminar
  6. Me ha encantado leerte de nuevo Eva, has tardado esta vez en publicar pero la espera ha valido la pena, sin duda. ¡Gracias!

    ResponderEliminar
  7. Una buena ruta literaria además de cultural. Me encanta el orden que has seguido para descubrir Londres. Me lo apunto, me parece un criterio excelente. El blog me ha encantado.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  8. ¡Me encantan tus viajes Eva, y cómo transmites cada vivencia que tienes en ellos...gran relato!

    ResponderEliminar
  9. Nuestra autora favorita siempre fotogénica...y su capacidad como escritora desbordando lucidez y talento. ¡Gracia por aportarnos tanto Eva!

    ResponderEliminar
  10. ¡Siempre sorprendente Eva, eres pura vida!

    Un abrazo que atraviese la distancia que nos separa y te alcance.

    ResponderEliminar
  11. Impresionante texto Eva, felicidades por este literario y artístico viaje a la ciudad cosmopolita de Europa por excelencia. Besos.

    ResponderEliminar
  12. Yo me quedo con el momento Dickens...sin duda tuvo que ser casi místico para ti Eva, y para todos los que amamos los clásicos.

    ¡Excelente relato!

    ResponderEliminar

Deja tu comentario