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domingo, 30 de agosto de 2015

Algunos de los bellos rincones de España




Hotel Asia Gardens (Finestrat), 10 de agosto de 2015 - Alicante

El día amanece entre nubes con un sol bastante tímido, pero eso no impide que la ilusión de un nuevo destino se abra camino durante las cinco horas de viaje por el asfalto que me llevan a plantarme desde Barcelona a la provincia de Alicante.


Son las 13.00 horas y acabo de pisar el hall del paradisíaco resort cinco estrellas gran lujo de la cadena hotelera Barceló, el Hotel Asia Gardens.

La primera impresión es impactante, un hall con techos de vértigo cuya altura es incalculable en forma piramidal, al más puro estilo tailandés. Ventiladores coloniales colgando del techo en auténticas filas que conforman una hilera de aspavientos sincronizada y que parecen hipnotizar al viajero recién llegado, como si el impacto de la máxima expresión del lujo asiático no fuera ya suficiente.
El servicio se desvive en atenciones, me reciben con una bandeja con un té aromático con hielo y un par de toallas húmedas y frías que ayudan a minimizar los efectos del viaje en coche.

El check in es sencillo y rápido y, casi sin darnos cuenta, descubro al llegar a la habitación deluxe que lo mejor todavía estaba por llegar. Inundada de luz y con vistas al exuberante jardín que caracteriza cada rincón del complejo del hotel, es incluso más grande de lo esperado y, por supuesto, con esa combinación de estilo tailandés que define el lugar.

Decido comer en el restaurante Palapa, junto a una de las piscinas del hotel. Unas almejas a la plancha bien condimentadas y unas gambas al ajillo con un toque picante como entrantes y un arroz negro en su tinta secundan la comida del día.

Ya más relajada, y tras haber llenado el estómago, un baño en la piscina de cascadas sólo para adultos, unos minutos de relax en la tumbona, y rumbo a la habitación para descansar el resto de la tarde hasta llegada la hora de la cena, donde ya tengo reservada la mesa en el Restaurante Kohsamui, por supuesto asiático, con una fusión de la más selecta cocina oriental. Mi elección es unas brochetas de puntas de langostinos con salsa picante y salsa agridulce de primero y un bogavante con salsa balinesa como culminación de la cena, que termina con un un buen té tailandés.

El día se termina, el cuerpo pide descanso:

Es hora de regresar a la habitación y sucumbir a un sueño reparador. Mañana me espera un nuevo día donde seguir descubriendo dentro y fuera del hotel.





Altea, 11 de agosto de 2015 - Alicante

Me despierto temprano, apenas son las 8.00 de la mañana y otra vez el día está nublado, hoy incluso ni siquiera puedo vislumbrar ningún sol, ayer estaba tímido y hoy directamente no ha querido presentarse.


Empiezo con un desayuno tranquilo en uno de los 8 restaurantes del hotel mientras observo que, desde ayer, por cada esquina y rincón de este espectacular lugar no deja de sonar una música oriental relajante que invita a evadirse constantemente de tu propia vida, como si una vez que llegaras a este maravilloso hotel del más exquisito lujo asiático, no existiera ningún otro mundo ahí afuera.

Tras el desayuno, el sol se ha desperezado, ha sacudido su timidez, y ha venido a buscarme. No me lo pienso, quiero apostar por la playa. Una mañana tumbada al sol en una playa pequeña y concurrida da por inauguradas de forma oficial las vacaciones de este año.

Si algo me llama la atención, es el azul entre turquesa y verde esmeralda de esta parte del Mediterráneo, y no pasa inadvertido a mis ojos. Me aporta una paz visual que termina profundizando en el alma.

Una hora y media con tres chapuzones y de nuevo al hotel para saciar el apetito que el mar y el sol han abierto en mi estómago. Por más restaurantes que me encuentro en el camino, me doy cuenta que la gastronomía del Asia Gardens es excelente y, aunque admito que cara, vale la pena apostar de nuevo por un restaurante del hotel.

Por la tarde, decido probar el spa. El Thai Spa.

Empiezo por un baño turco mientras me sirven un té verde con menta, continúo por la sauna y acabo con un masaje tailandés de cuerpo entero a base de un espectacular aceite aromático de jazmín que se convirtió en los mejores sesenta minutos del día. Sin duda, esto acabó transportarme a otra dimensión.

Embadurnada de aceite de los pies a la cabeza a causa del exitoso masaje, me doy una ducha templada para no seguir resbalando en mi propia piel y, para luego, envolverme en hidratante con aloea vera y coco. Me visto despacio, absolutamente relajada. Y salgo a cenar.

Esta noche apuesto por un restaurante especializado en pescados y carnes a la brasa, con cocina de autor y dentro, también del propio hotel. El Restaurante The Island, ubicado junto a las piscinas Lang kawi del propio resort.

La noche transcurre en un ambiente sosegado, de tranquilidad, entre velas y una gastronomía exquisita a base de pulpo a la brasa, gambas rojas a la plancha y bogavante a la parrilla.

Mi segundo día se da por extinguido. Ahora, toca descansar.






Hotel Asia Gardens y Altea, 12 de agosto de 2015 - Alicante

El sol ha entrado con tanta fuerza por las ventanas atravesando el único espacio que dejé abierto entre las cortinas opacas que ha conseguido despertarme. Y menos mal, son las 8.45 horas.


La mañana transcurre en la piscina de agua salada exclusiva para adultos coronada por tres caras de buda gigantes en piedra natural tallada que hacen de cascada. No dejan de mirarme, no sé bien si me observan mientras doy unas brazadas de ida y vuelta cruzando la espectacular piscina de agua de mar mientras opinan que parezco un pequeño pez que no deja de moverse, o tan sólo están para recordarme con esa pétrea mirada que no debo excederme en esfuerzos, aquí se viene a relajar la mente, pero también el cuerpo. Mejor flotar que nadar.

Qué paz.

Más tarde, una comida ligera y un breve descanso antes de adentrarme en el pequeño pueblecito de Altea, un rincón con mucho encanto.

Sus calles descienden hacia el mar y las pequeñas casas encaladas y típicas del pueblo convierten a Altea en una de los lugares más bonitos de la Costa Blanca.

Cuando llego a Altea, descubro que sin duda se merece la fama que tiene.

En cuanto camino apenas unos pasos después de aparcar el coche, descubro una preciosa calle estrecha, empedrada y llena de gente que pasea con absoluta armonía de desintoxicación de estrés.

Altea es un lugar donde relajarse.

Terrazas, cafeterías y restaurantes en cada esquina, tiendas escondidas dentro de lo que a simple vista parecen caseríos relucientes de blanco. Es un pequeño gran lugar que, a pesar de estar abarrotado de gente casi centímetro a centímetro en un mes estival, no pierde ni un ápice de su belleza.

Camino sosegada y escudriñando cada rincón hasta llegar a la Plaza de la Iglesia, donde descubro la preciosa Iglesia de Nuestra Señora del Consuelo, la más conocido de Altea.
Esta preciosa iglesia, tiene dos preciosas cúpulas que deleitan la vista de todos los turistas y es, además, por excelencia el emblema alteano. Sus cúpulas son tan bonitas que se las conoce como las "cúpulas del Mediterráneo".

Dejando a mi izquierda la preciosa iglesia, continúo calle abajo no sin antes descubrir un cuadro compuesto por una guitarra y una voz entonando un flamenco lento que ambienta la plaza y las calles colindantes con un encanto místico y único que consigue petrificarme.

Me senté. Continuar caminando y obviar este momento no era más que una osadía estúpida.

Cuando por fin pude continuar, después de mi personal evasión, lo único que pude ver fue que cada rincón de este pequeño rincón mediterráneo sabe dejar huella en el corazón de quien lo pisa.

Hay lugares con encanto, y Altea es un lugar repleto de él.

Habrá que volver.







Hotel Asia Gardens (Finestrat), 13 de agosto de 2015 - Alicante

Las 8.30, hora de desayunar. Hoy elegiré la zona exclusiva para adultos, en el Restaurante Bonsai, con una selección de música ambiente exquisita y una atención que quita el hipo. Aquí, se cuida el máximo detalle.

Hace calor, treinta y dos grados de temperatura y apenas son las nueve de la mañana.
Tras el desayuno, me sumerjo de cabeza en la piscina y, entre baño y baño, combino tumbona al sol y lectura bajo la sombrilla de paja hasta alcanzar el momento de restaurar el estómago.

Para romper con la rutina, solicito el servicio de habitaciones y opto por comer en la terraza de la habitación en lugar de frecuentar de nuevo alguno de los restaurantes del hotel. La tarde continúa con una siesta corta. Al despertar, algo de lectura y algunos ejercicios de meditación y yoga antes de prepararme para la cena de esta noche en el restaurante donde ya tengo mesa reservada.

La apuesta de hoy es el Restaurante In Black, el más selecto de los restaurantes que conforman el hotel.

Vestido negro, tacón fino, perfume francés, aceite de jazmín y una copa de Moët & Chandon en el Champagne Bar del hotel antes de ir a cenar.

Excelencia. Deleite. Relax en cada poro de mi piel.

Entro en el In Black. La elegancia se ha puesto en pie.

Escogí la terraza frente al estanque y la exuberante vegetación tropical que rodeaba la misma.
Velas en la mesa, flores, vino a punto. Y el espectáculo está servido. La cena no hizo menos que sorprenderme a cada bocado.

Sin duda, fue el broche final para despedirme de este paraíso del lujo tailandés más selecto en un
pequeño y embriagador rincón de España.





Agua Amarga -Almería- y Marbella, 14 de agosto de 2015 - Málaga

Aunque me desperté temprano, como suele ser habitual en mí, el desayuno en el hotel Asia Gardens hoy fue más extenso. Quizás porque me despedía y quise saborearlo segundo a segundo. No tanto por la gastronomía -que también- sino por el ambiente oriental de relajación que experimentaba mientras duraba el acto de desayunar en sí desde la terraza del Restaurante Bonsai.


Dicen que todo lo que empieza también tiene un final. Y ha llegado, inevitablemente, la hora de hacer el chek out.

Parto rumbo a Agua Amarga, un pueblecito pesquero diminuto de casitas blancas con ventanas y puertas azules, marinero de  principio a fin, con una preciosa playa de azul turquesa intenso. Allí esperaban unos amigos con quienes compartí unos chipirones de playa a la andaluza y un excelente arroz negro frente al sorprendente azul del Mediterráneo más sureño.

Buenos momentos, risas y relax, El descanso merecido tras tres horas de viaje en coche desde Altea.

Tras la comida, continué mi viaje hacia la Costa del Sol. Cuando llego al Hotel Gran Guadalpín Banús en Marbella, son más de las 21.00 horas y necesito irremediablemente una ducha relax. Está claro que después de 6 horas de coche entre las dos rutas del día, no es momento de salir.

Solicito el servicio de habitaciones, algo ligero. Un revoltillo de espárragos verdes trigueros con langostinos y un agua fría. Nada más, ni postre ni infusión.

Me vence el sueño.

Mañana descubriré Marbella.




Marbella y Puerto Banús, 15 de agosto de 2015 - Málaga

Tenía muchísimas ganas de colarme en las entrañas de Marbella, pero esta mañana me he despertado con una sensación de hinchazón muy incómoda en el vientre, y lo peor de todo es que siento dolor. No es que no pueda soportarlo, pero me preocupa que pueda ir a más y me fastidie el resto del viaje, así que decido irme a urgencias tras hablar por teléfono con una doctora que amablemente me atendíó por teléfono llamando a mi mutua privada. Ella me recomendó acercarme a alguna clínica de en la zona sólo para descartar que no fuera nada grave, y así lo hice.


Cuando llego al Hospiten, en Estepona, un municipio colindante a Marbella, me atienden rápido y verifican que tan sólo es una inflamación del intestino, con lo que me recetan la medicación oportuna y una visita al digestivo en los próximos días que cumpliré a rajatabla.

La verdad es que, aunque me atienden rápido, me hacen dos analíticas diferentes y debo esperar los resultados. Esto hace que salga casi a las dos de la tarde de mi visita médica y, por tanto, que llegue una hora tarde al restaurante de estrella michelín donde tenía mesa reservada a la misma hora en la que salía de la clínica. Llamo para avisar y me confirman que la mesa me espera. Afortunadamente.

Dani García es un restaurante de un gran cocinero español que ha merecido ya varias estrellas michelín. Siempre recuerdo que fue discípulo de Martín Berasategui.

Sin lugar a dudas, a pesar de la odisea de esta mañana, ha valido la pena tener que correr y comer una hora más tarde. La gastronomía y la experiencia que me ofrecieron en el restaurante fue incomparable a cualquiera de las que haya tenido en cualquier lugar de España.

Antes del primer plato, la casa me invita a una copa de champagne francés (me dan a escoger entre blanco y rosado y elijo blanco) y sirven un par de aperitivos: un gazpacho amarillo consistente en salsa de tomate con ajiblanco y cilantro, y un segundo que era un chipirón también con una hoja de cilantro y una salsa japonesa que estaba de vicio.

Para el primer plato apuesto por una Secuencia Marina que nada más y nada menos consiste en que uno de los  principales camareros me acompaña hasta el interior de la cocina de Dani García, donde está todo el equipo de cocineros.

Voilà!

Me deleitan con cuatro bocados sorpresa de delicatessen previa preparación delante de mis ojos y explicación paso a paso de los ingredientes usados y su combinación en el fuego para conseguir el exitoso sabor que, ya en mi boca, se funde con mi espíritu cuando cierro los ojos. Siento cada fracción de cada ingrediente entre mi lengua y mis encías.

Una experiencia absolutamente novedosa. Y excitante.

Llega el segundo plato con una buena lubina asada y un postre consistente en un espectacular souflé de avellanas con algodón de azúcar y helado de sandía. Como si no hubiera tenido ya suficiente sorpresa en cuestión de gastronomía.

Impresionante.

Cuando salgo del restaurante son casi las 17.30 horas y me dirijo al hotel a descansar un rato antes de salir a pasear por el lujoso Puerto Banús.

Marbella es un lugar espectacular y la noche es para vivirla.

Luces, ambiente, lujo, elegancia y gastronomía por doquier. Mientras paseo, no dejan de sorprenderme los inmensos yates.

A las 21.00 horas llego al restaurante El Gran Gatsby, en pleno Puerto Banús, donde también tengo ya mesa reservada y es que, si quieres conocer los mejores restaurantes, se requiere planificación.

Opto por cenar en la terraza, en la mesa 47, junto a los ventanales y frente a la espectacular puesta de sol que Marbella ha decidido regalarme.

Mis pupilas se pierden en el horizonte. Apenas puedo mirar la carta.

El mar a mis pies y un sol que se va yendo mientras me mira desafiante hacen que mi alma ya esté alimentada. Pero el maître no perdona y se interesa por saber mi elección a la que al final, tengo que sucumbir, no sin antes haber contemplado hasta el final la despedida que el sol le ha dedicado a mis ojos.

Gambas al pil pil, croquetas de carabineros y media docenas de ostras para compartir como entrantes. Como planto principal, opto por un lomo de atún rojo con verduras braseadas. Un verdejo blanco hacía de acompañamiento y un pan negro de centeno complementó la exquisitez de la noche.

Tras la cena, un paseo por las tiendas más caras de la zona, abiertas siendo ya pasadas las doce de la noche.

Lamborghinis, Porsches, Ferraris, Maseratis conforman una exposición junto a los yates que hacen del lugar un espectáculo del lujo más exclusivo.

Tras el paseo de casi una hora, llego al hotel para retirarme a descansar. Son casi las 2 de la mañana.

Mañana quiero pisar la playa de Marbella.














Marbella y Puerto Banús, 16 de agosto de 2015 - Málaga

Las 8.30 horas y estoy en pie. Un desayuno relax en la terraza del hotel a base de zumo de manzana y tostadas con margarina vegetal y me voy directa a buscar una de las tumbonas en primera línea de playa.


La mañana, por fin, transcurre al sol. Dos horas de playa y media de piscina antes de subir a la habitación y reponer fuerzas con el servicio de habitaciones al que solicito un gazpacho andaluz con virutas de ibérico y pedacitos de tomate, cebolla y pimiento. Con esto y la ducha tengo suficiente para iniciar mi descanso. Estoy dando paz a mi estómago.

Es el momento de la siesta.

Cuando me despierto, es el momento de conocer el casco antiguo de Marbella. Un taxi me espera en la puerta del hotel para llevarme hasta él. El coche se quedará en el parking esta vez.

El paseo dura algo más de una hora entre la Plaza de la Victoria, las estrechas calles que la bordean, la espectacular Plaza del Patio de los Naranjos,  la fuente que destaca en la parte superior de la Plaza Fernando de Alcalá y un montón de callecitas  más, todas ellas llenas de su particular carácter andaluz. Cada callecita, empedrada en el suelo, tiene sus balcones típicos de Andalucía, sus plantas coloridas  y su encanto único, ése que hace que el lugar sea recordado en la parte que la memoria selecciona como imborrable. Tanto como para desear enmarcarlo y retenerlo en la retina o al menos, en la cámara fotográfica para recordar durante meses y años lo bonito que fue pasear en el caso antiguo de Marbella.

Las tiendas son una grata sorpresa de decoración y colorido, pero sucede lo mismo con las fachadas de los pequeños edificios de dos o tres plantas que me voy encontrando.

Va anocheciendo, y tengo mesa reservada en el Restaurante Chill Out Besaya Beach Club, pero antes de elegir el siguiente taxi, paseo brevemeente por el Puerto Deportivo de Marbella, sólo para comprobar y reafirmar que la brisa es una estupenda aliada de mi viaje. No hace calor. Al contrario, tengo la piel erizada por la brisa. Y siento un ligero frío que va haciendo mella a medida que va oscureciendo.

Llego al Besaya Beach Club y el atardecer empieza con una copa de Moët & Chandon y media docena de ostras francesas frente al mar de Marbella. Cuando el deleite de este aperitivo termina, me vienen a buscar para la mesa. Está lista.

Un carpaccio de pulpo con vinagreta de frutas de la pasión y un bogavante nacional al grill hacen de la cena más que un espectáculo, La verdad es que tuve que pedir ayuda para acabar con ambos platos. Fue imposible hacerlo sola. El bogavante pesaba un kilo 200 gramos.

El día había salido redondo, y cerca de las 00.30 regreso al hotel y me noto somnolienta, a sabiendas que mañana me espera un día de horarios. Rehacer la maleta para ir rumbo a Málaga, me espera mi siguiente destino.










Málaga, 17 de agosto de 2015


Me despierto más temprano de lo habitual, organizo la maleta sin prisa alguna, y tras el desayuno, es la hora de hacer el check out y poner rumbo a Málaga. Sin prisa, pero sin pausa.

Dejo atrás una bonita experiencia gastronómica y sensorial.

Cuando llego a Málaga, me doy cuenta que está en pleno jolgorio de su Feria.

Llegar hasta el centro de Málaga no me resulta fácil, pero el Hotel Molina Larios está en pleno centro de la diana y no tengo la opción de fracasar en el intento.

La ciudad es un derroche de alegría, Hay música por todas partes. Unos cantan, otros bailan. Las tabernas están a tope, en las terrazas no se vislumbra posibilidad alguna de conseguir mesa libre y se vive el ambiente festivo de una auténtica feria malagueña.

Cuando por fin llego al hotel, una ducha rápida y algo de organización entre la maleta y mi armario y lista para hacerme hueco entre la multitud de las calles.

Mi elección está clara, hoy quiero conocer la famosa taberna de El Pimpi, en el casco antiguo de la ciudad y por donde han pasado celebridades nacionales e internacionales que todos conocemos. Este lugar está lleno de encanto, y te das cuenta con sólo acercarte a la puerta de la taberna. Cuanto más te acercas al número 62 de la calle Granada, más gente rodea tu entorno y entorpece tu andar.

Cuando entras en su interior, barriles con firmas y autógrafos de personajes como Antonio Gala, Manuel Alcántara, Antonio Banderas, Maribel Verdú, Maná, Danza Invisible, Carmen Cervera, y otros muchos más cubren las paredes de suelo a techo y de punta a punta de todos y cada uno de los salones de la taberna.

Fundado en 1971 y ubicado en un antiguo caserón malagueño del siglo XVIII, es una de las bodegas con más solera de Málaga, donde es posible no sólo disfrutar de la gastronomía local y de los vinos de la tierra, sino también de la tradición y cultura propias del sur de España.

Me resulta curioso descubrir el origen del nombre Pimpi. Hace referencia a un personaje popular malagueño que ayudaba a las tripulaciones y pasajeros de los barcos que llegaban al puerto de la ciudad. Este personaje llegó a convertirse en el primer guía de Málaga para todo aquel que no conocía la ciudad, y se hizo famoso por su excelente atención y trato con los visitantes.

Tras saciar mi curiosidad, compruebo en seguida que el servicio es excelente y la música propia de la tierra que ambienta cada segundo y rincón de mi estancia mientras dura la comida. Hoy, una variedad de  tapas: salmorejo con virutas de ibérico y huevo de codorniz, jamón ibérico de bellota, almejas a la marinera, puntillas fritas con ajitos y patitas de pulpo con ajo y perejil.

Mi paladar se deleita en cada bocado y cada bocado es acompañado con un vino de la Sierra de Málaga para completar el gusto por la tierra.

Durante la vuelta al hotel después de la comida, contemplo con atención todas las escenas que se van sucediendo ante mis ojos. Son muchas las esquinas llenas de gente vestida con los trajes típicos de la Feria, peinetas, flores y lunares en los vestidos, volantes, tacones, guitarras y muchas ganas de bailar y cantar hasta quedarse afónico.

Aún y así, me doy cuenta que si quiero estar despejada durante la cena y después de la misma, debo cumplir con mi prescriptivo descanso antes de volver al mundo exterior.

Son las 18.30 y es hora de volver a empezar: me espera el siguiente restaurante donde la mesa ya está reservada, como habitualmente suelo procurar: Toro Spanish Taste, en el Paseo de la Farola del Muelle Uno, en el puerto de Málaga.

Sin duda, la cocina de este restaurante sorprende por su carácter genuino y por la calidad de su gastronomía, además de las bonitas vistas que ofrece del puerto de Málaga.

Hoy estoy cansada, la emoción de volver a pisar Málaga después de 26 años ha removido mis emociones al comprobar que, aunque la ciudad se ha transformado mejorando su imagen y convirtiéndose en un precioso destino turístico internacional que descubrir, el carácter de la gente y la alegría de los locales sigue exactamente igual que la última vez que visité esta bonita ciudad.



















Catedral, Alcazaba, Monte y Castillo de Gibralfaro, 18 de agosto de 2015 - Málaga

Hoy es uno de los días en los que me he tomado con más ligereza el madrugar y de hecho me he despertado a las 9.00 y no he bajado a desayunar hasta las 10.00, algo poco habitual en mí. Un desayuno exprés para salir disparada a conocer la preciosa Catedral de Málaga.

Exprés sí, por tardar tanto en sentarme a la mesa a desayunar.

La entrada más bonita - la principal- permanece cerrada, lo cual no entiendo ni me parece del todo correcto para los que queremos visitar la Catedral a la que, además, sólo se puede acceder pagando un cinco euros por persona. Hasta la Iglesia es un negocio en los tiempos que corren. Aunque pensándolo bien, ¿cuándo no lo ha sido?.

Situada frente a la Plaza del Obispo, es considerada una de las joyas renacentistas más valiosas de Andalucía. Fue construida entre 1528 y 1782 y sus trazas originales son de estilo gótico aunque derivaron, finalmente, en un proyecto renacentista, puesto que su construcción fue extendida durante más de dos siglos.

Nada más entrar en ella, lo primero que veo es el efecto de la luz del sol en las vidrieras superiores, conquistando la mirada de todos los presentes por la claridad y el brillo que desprende el juego de luces en el interior de la Catedral. Casi parece un óleo aún humedecido por el brillo de la pintura.

Acostumbro a sentarme siempre y dedicarme a mí misma unos segundos de silencio mientras contemplo la maravilla de su construcción. No soy ninguna experta, pero siempre descubro detalles que llaman mi atención y la Catedral de Málaga está llena de ellos.

Tras la visita a la Catedral, me dirijo a las ruinas del Teatro Romano. Este Teatro fue una edificación promovida por el Emperador César Augusto en la ciudad romana de Malaca -actualmente Málaga-. Su construcción data del siglo I a.C y se encuentra a los pies del Monte Gibralfaro, junto a la Alcazaba. Como pasa otras tantas veces con otros descubrimientos arqueológicos, el teatro permaneció oculto durante varios siglos y fue descubierto en 1951 durante la realización de unos jardines.

Tras una visita rápida al Teatro Romano, me adentro en la Alcazaba, un recinto fortificado cuya función era servir de residencia al gobernador para defender el lugar y su entorno, albergando de este modo una guarnición que en definitiva, conformaba un pequeño barrio militar con viviendas y servicios, de modo que acabó constituyendo una ciudadela.

La subida a pleno sol del suelo empedrado dificulta la ascensión. Sin embargo es cierto que cada rincón es bellísimo. Los jardines y el canal que conduce el agua hasta los mismos, típico del pueblo musulmán en la época,  hace que constantemente la visión de los turistas se distraiga hacia la perfección y la belleza del entorno dejando en un segundo plano la mella que el sol nuestras cabezas.

Cuando logro alcanzar la parte superior de la Alcazaba, contemplo que la vista se nubla ante la visión infinita de toda la ciudad presidida por un azul intenso del mar de Málaga. Me falta algo de aire, pero el corazón me late con fuerza porque es en ese momento cuando realmente me doy cuenta que el esfuerzo ha valido la pena.

Después, la bajada es mucho más rápida y sencilla, pero toca llegar hasta el Gibralfaro, para lo que decido subir en autobús, y en sólo 15 minutos estoy en la entrada.

El antiguo recino fenicio contenía un faro que daba lugar a su nombre de Gibralfaro pero fue Abderramán III quien transformó el lugar en fortaleza. El castillo fue objeto de un fuerte asedio por parte de los Reyes Católicos durante todo del verano de 1487. Y tras el asedio, Fernando el Católico lo tomó como residencia mientras que Isabel I de Castilla decidió vivir en otra ciudad.

Después del extenso y agotador paseo por la Alcazaba, la ruta por el Gibralfaro es mucho más rápida porque descubro que lo mejor que te ofrece son las vistas sobre toda la ciudad de Málaga. Es un auténtico placer desde esa altura contemplar una ciudad en su pleno apogeo de Feria.

La mañana ha sido dura, caminar a pleno sol en el mes de agosto en el sur de España no es cualquier cosa. Ha llegado el momento de reponer fuerzas.

Con el mismo autobús bajo hasta el centro de la ciudad y voy directa a buscar una taberna recomendada cuyo nombre es El carpintero.

En sí misma, la taberna no tiene nada de especial, comida y lugar muy sencillo, pero sin duda, su plato estrella son, tal y como me habían indicado, las croquetas de calamares en su tinta. Una auténtica delicia. En una ración vienen 6 unidades. Aunque llenan, siempre te quedas con ganas de una más. Excelente plato.

El cuerpo dice basta, toca descansar. Directa al hotel, ducha y relax.

Tras el descanso, empieza la noche. La Feria de Málaga me espera.

Me visto de rosa porque no puedo resistirlo. Esta mañana, tras la comida y mientras regresaba al hotel, me he comprado una flor andaluza para el pelo y una mantilla. Me apetecía darme el toque andaluz que merece el momento de este viaje.

Empiezo por una copa de verdejo bien frío acompañada de unas patatas bravas en la Taberna del Siglo, ubicada en la misma Plaza del Siglo de Málaga y donde el ir y venir de gente con la alegría en el rostro es constante.

Se derrocha energía, bailoteo, fuerza, alegría, compás, salero.

Más tarde, paseo por el centro de la ciudad, entres sus callejuelas repletas de música y gente bailando, sonriendo, brindando, en un continuo sendero de música y baile que rodea todos las calles que mis pies eligen.

Casi como por adivinación en una simbiosis con la ciudad, Málaga me brinda alegría en cada centímetro que descubro.

Anochece y voy pensando en cenar algo. Hoy elijo al azar un bonito rincón: La Bodega El Patio, en la calle Granada haciendo esquina con Niño Guevera. Me lanzo a probar la tortilla de camarones y los chipirones en su tinta -que no fritos-. Sin duda, a mi paladar le gana la segunda de las opciones por goleada.

La noche es joven, mientras cenamos un grupo de jóvenes cantan y bailan a nuestro lado tocando la guitarra, las palmas y algún barril de vino de La Bodega El Patio que les servía de tambor.

No hay nada como tener la ilusión de vivir una Feria desde lo más profundo de tus ganas.

Cuando termino de cenar, despacio y sin prisa camino paseando hacia el hotel y al llegar me voy directa a la última planta del mismo para tomarme en la terraza de la piscina lounge una copa de champagne francés con la ciudad de Málaga a mis pies.

Un momento inolvidable entre luces y vientos del sur.

A propósito del viento, en lo que dura mi copa, no deja de levantarme el vestido y me revuelve el pelo hasta la saciedad de hartarse de enredarlo, y mis esfuerzo por evitarlo son en vano.

Son las 00.10  y el sueño me recuerda que mañana me espera un nuevo día.

Es hora de despedirnos por hoy.



















Málaga, 19 de agosto de 2015

El día amanece soleado y sin prisas. Me levanto sin un plan concebido casi por primera vez y mi corazón me grita que me tumbe al sol de nuevo. Así que hoy, esta es mi opción.


Tras un desayuno rápido me dirijo en taxi a la playa del Pedralejo de Málaga.

El Pedralejo es un antiguo barrio de pescadores de la parte este de la ciudad y su nombre es tan antiguo que podemos encontrarlo ya en algunos mapas de finales del siglo XVIII.

Ciertamente, es una playa de aguas tranquilas y tiene dos características que la identifican: una es la poca profundidad de sus aguas que, por más que te alejes de la orilla parece que jamás vayas a conseguir sumergirte del todo en este mar. La segunda es que te encuentras con una sucesión de calas tranquilas, muy familiaries y de aguas poco profundas en cuyas arenas además, puedes disfrutar de maravillosos espetos y otras especialidades de la gastronomía local.

A las 13.30 tengo mesa reservada en El Cabra, uno de los chiringuitos de playa que está justo en frente de donde tengo mi tolla extendida al sol. Y por supuesto hoy, no podía faltar en la mesa un par de espetos malagueños, la delicia de la última comida que saborearía en Málaga este verano.

Tras la gastronomía, sucumbo a mi descanso diario antes de iniciar la última tarde y  en noche.

Sí, es mi última cena en Málaga y sé que es la última noche de su Feria para mí en este viaje. No opto por hacer nada especial, sólo pretendo dejarme llevar por el ambiente exultante de una ciudad que se desborda en colores, música y arte.

Un paseo y una cena en una terraza cualquiera próxima al hotel donde degustar el último plato malagueño por este año.

No demasiado tarde, regreso a mi hotel para descansar. Mañana me espera un gran descubrimiento.

El último de Málaga en este viaje.









Casa Natal de Pablo Ruiz Picasso y Mirador de San Nicolás, 20 de agosto de 2015 - Málaga y Granada.

Mi última mañana en Málaga me depara un agradable acontecimiento. Descubrir la casa natal donde nació el genio pintor y escultor Pablo Ruiz Picasso.


Un desayuno rápido y me voy directa a las nueve en punto en dirección a la casa en la que este famoso pintor vino al mundo. Hoy convertida en museo.

Pablo Ruiz Picasso nació el 25 de octubre de 1881 en Málaga y es considerado como uno de los mayores pintores que participaron en muchos movimientos artísticos que se propagaron por diversos países del mundo y ejercieron una gran influencia en otros grandes artistas de su tiempo.

Picasso pintó más de dos mil obras, hoy presentes en varios museos y colecciones de Europa y de América.

Considerado un auténtico comunista y pacifista, Pablo Ruiz Picasso fue miembro del Partido Comunista de España y también del Partido Comunista Francés hasta su muerte el 8 de abril de 1973.
Picasso, enamorado de París, murió en su casa llamada Notre Dame de Vie,  ubicada en Mougins (Francia) a los 91 años de edad. Lo que cabe destacar de nuestro querido genio, es que empezó a pintar a una edad muy temprana, con apenas 8 años de edad, en 1889.

En 1895 Picasso fue admitido en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona. Fue en 1911, durante su estancia en París, cuando Picasso pasó a formar parte de un distinguido círculo de amigos en los barrios de Montmartre y Montparnasse. Entre ellos, destacaban el poeta André Breton y el escritor Guillaume Apollinaire,

Pero a pesar de su estancia en otras ciudades y pueblecitos como el espectacular y catalán municipio de Cadaqués, donde residió durante un tiempo, no hay que olvidar que Pablo Ruiz Picasso nació en Málaga.

Hoy, 20 de agosto de 2015, conocí la casa en la que este genio del cubismo que ha traspasado fronteras nació hace 134 años.

La experiencia es magnífica, no tanto por los dibujos que descubro en la Sala de Exposiciones tras la visita a la casa natal en la que nació el pintor, pues admito que no soy una gran admiradora de su obra. Mi preferencia siempre ha sido el impresionismo y el postimpresionismo, no tanto el cubismo o el dadaísmo que son movimientos más afines a Picasso y donde destacó considerablemente.
Sin embargo, descubrir su casa natal es una sensación reconfortante. Pisar el mismo suelo que lo vio nacer y descubrir que el arte que caracterizó a Picasso fue algo heredado por parte de su padre José Ruiz Blasco son elementos que ayudan a entender las facetas que caracterizaron toda su obra.

Su pasión por el mar, especialmente por el Mediterráneo, su fascinación de los recuerdos de su infancia en Málaga y su deleite con las -malditas y miserables a mis ojos- corridas de toros son ingredientes que explican muchas de sus obras no sólo en pintura, sino también en algunos de sus poemas, aunque su obra literaria es prácticamente desconocida.

Tras la visita embriagadora de arte y cultura a la casa natal de este genio español, regreso al hotel para realizar el check out y poner rumbo a Granada.

El viaje lo hago en una hora y media y apenas es mediodía cuando llego al hotel Villa Oniria en el centro de la ciudad. No tardo en deshacerme de las maletas en la habitación -espectacular donde las haya- y me siento a comer en el Restaurante Tinta Fina, sin duda un gran acierto para cualquier paladar. Los chopos en su tinta y las navajas a la plancha, así como las conchas finas malagueñascon limón -aunque esté en Granada- son una exquisitez que el chef ha cocinado con excelente maña.

Tras la comida, ha llegado la hora del merecido descanso antes de ir a contemplar una de las más bellas puestas de sol de la Península Ibérica, la que ofrece el Mirador de San Nicolás sobre La Alhambra.

Para muchos, catalogado el mejor atardecer de España, sin comparación alguna posible.

El espectáculo está servido. Cuando llego con el taxi al Mirador de San Nicolás hay tanta gente que me quedo casi inmóvil ante la sorpresa. No pensé que fuera tal el gentío a una hora en la que anochece, pero está claro que igual que yo sé que la puesta de sol de la Alhambra es una de las más bellas del mundo, hay muchos otros que también lo saben.

El mundo, por momentos, se me asemeja muy grande, aunque otras tantas veces me haya parecido demasiado pequeño.

Tras las rigurosas fotos a la luz del atardecer sobre La Alhamabra, ceno en el Restaurante San Nicolás donde ya había reservado mesa desde Barcelona, antes de iniciar mi viaje.
La comida y la atención son excelenetes, unas ortiguillas deliciosas -anémonas de mar- y otros platos de tapeo componen la cena de hoy con el correspondiente vino que hoy, es tinto, apostando por una Reserva de Muga.

Son las 00.30 horas cuando llego al hotel. Mañana tengo que madrugar.

La Alhambra me espera.



















La Alhambra, 21 de agosto de 2015 - Granada

No tengo palabras. Sólo latidos.


Y el corazón silencioso que grita poemas derrochando arte desbocado.

La Alhambra.

Formada por un conjunto de palacios, jardines y su alcázar, es una preciosa ciudadela dentro de la propia ciudad de Granada que, en su época, sirvió como alojamiento al monarca y a la corte del Reino nazarí de Granada.

Cuando la conoces, el tiempo de detiene.

La Alhambra se alza sobre la colina de la Sabika, uno de los puntos más elevados de la ciudad. Es un emplazamiento de ubicación estratégica defensiva militar y también un símbolo de poder por su altitud dentro de la propia ciudad. La ocupación de esta colina data de tiempos romanos.
A mediados del siglo XI, cuando Granada se convierte en capital del reino de Taifa, se ampliaron las construcciones.

La Alhambra pasó a ser residencia real con la llegada al poder de Muhammad ibn Nasr, primer monarca del reino nazarí en Granada, en el año 1238, para lo que creó un abastecimiento de agua propio. La longitud de todo el recinto de La Alhambra entre palacios, patios y jardines es de 740 metros y su anchura varía entre un mínimo de 40 y un máximo de 180 metros. Impresionante.

Es un paraíso del arte andalusí digno de ver y que nos queda como herencia de la invasión musulmana que tuvo la Península Ibérica.

Es,sin lugar a dudas, uno de esos lugares que uno tiene que visitar al menos una vez en la vida, aunque confieso que en mi caso esta es mi segunda vez.

Quién sabe si incluso habrá una tercera.

El sol hace mella mientras me adentro en los patios y jardines, a pesar que voy encontrando sombras entre los arcos ojivales y los pasadizos que llevan la brisa de la sierra a mi rostro y a mis cansados pies, pero la temperatura en Granada no baja de los 37 grados en estos días y eso va pasando factura a medida que se camina y va transcurriendo la mañana.

Aún y así, cualquier esfuerzo vale la pena y siempre es poco en comparación con la recompensa de visitar una de las grandes maravillas del mundo.

Cuando llego al hotel, exhausta de caminar bajo el sol a una temperatura extrema y durante más de tres horas sin descanso, siento que el mundo visitado esta mañana es otro distinto al que ahora piso y empieza recomponerse en mi cabeza como un puzle perfecto de piezas clave en la historia de España. De nuestras vidas. De la existencia.

He vuelto a pisar La Alhambra. He vuelto a ver su explosión de colores y su alma encendida.

He vuelto otra vez a vivir la historia de una conquista de sultanes sobre la Península. La primacía de una cultura. De un pasado hoy más presente que nunca.

He vuelto a amar.

Y de cada rincón visitado durante mi recorrido, no olvidaré jamás la historia de Boabdil en el Patio de los Leones y los Jardines del Generalife que hoy descubrí durante mi visita.

El último rey de Granada,  siendo un hombre adelantado a su tiempo, salvó 80.000 vidas entregando las llaves de Granada a los Reyes Católicos Fernando e Isabel, pues prefirió la rendición antes que lamentar la muerte de su pueblo, incluyendo a mujeres y niños.

Fue un hombre de pensamiento evolucionado pero de mano firme con su familia. Enamorado como lo estaba de su esposa Morayma, ésta se enamoró de un caballero musulmán descendiente de otra orden ajena a la suya y con quien se encontraba de noche en los Jardines del Generalife.

Esta relación de amantes llegó a los oídos del sultán Boabdil, quien decidió una noche expiar los jardines subido a un ciprés -que hoy tiene ya 700 años y del que sólo queda parte de su tronco seco- pero la oscuridad no le permitió descubrir el rostro del amante que cortejaba a su esposa. De ese modo, Boabdil montó una de las fiestas más bonitas en el Patio de los Leones. La mejor música, el mejor vino, las más lujuriosas danzas y toda suerte de placeres invitando a los 36 hombres caballeros musulmanes que habitaban la corte. Tras la fiesta, haciéndolos pasar a una sala lateral del precioso Patio de los Leones, decidió decapitar a los 36 por no saber cuál de ellos era el amante de su esposa.

Sin duda, hay historias de amor que matan.

Mi ruta por La Alhambra dura 3 horas y media sin descanso alguno.  Y cuando finalizo mi andar, toca merecidamente reponer fuerzas en el hotel.

Una ducha rápida, un cambio de ropa y me voy a comer para luego iniciar mi descanso antes de adentrarme esta tarde en otra fascinante aventura llena de historia.

Albaicín.

El barrio de Albaicín, cuyas calles llevan directamente a La Alhambra, es un barrio situado a unos 800 metros sobre el nivel del mar. Su población empezó en la época íbera y existió además, poblamiento disperso romano, del cual nos queda aún la muralla romana que data del siglo III, y que ha sido en parte reconstruida en el siglo XI.

El barrio surgió como un asentamiento de todos aquellos que fueron marginados por el reino, y por tanto, fue siempre una población peculiar desvinculada del resto de la ciudad. El barrio de los judíos, musulmanes exiliados cuando los Reyes Católicos conquistaron de nuevo Granada, etc. Junto a esta población que constituía el Albaición, está Sacromonte, un barrio habitado por los gitanos de la ciudad.

Cuando llego a Albaicín, lo primero que me sorprendió fue la cantidad de tiendas de artesanía que hay en cada esquina y la estrechez de muchas de sus calles, a modo de pasajes peatonales que van comunicando unas calles con otras. Casi todas las calles tienen escalones, y todas tienen suelo empedrado y rejas en las casas de las ventanas, con paredes agrietadas y, en ocasiones, incluso mugrientas que le dan un carácter único y añejo a este lugar lleno de encanto.

Disfruto a cada tramo, sorprendida y absorta por lo peculiar del distrito.

Tras una buena caminata por la zona, varias fotos y algunos vídeos que recogen la vida de Albaicín, termino sentada en un bar de tapas llamado La Fontana, con vistas a la Alcazaba de La Alhambra, una esquina llena de vida con gente que va y viene y que muchas veces se detiene a tomar una copa y unas tapas en esta esquina, donde yo también me detuve y terminé cenando.

Un día lleno de descubrimientos y de mucho andar. Son cerca de las doce de la noche y estoy agotada. Mañana, afortunadamente, me espera un día mucho más relajado. Mi brindis de despedida con la preciosa y mágica ciudad de Granada.

Sueño.

El hotel está a 25 minutos caminando desde La Fontana.

Voy en su busca.



























Casa Natal Museo Federico García Lorca y La Alcaicería, 22 de agosto de 2015 - Granada

Aún habiendo miles, no me salen las palabras y escribir hoy resulta difícil porque no encuentro el texto acertado para describir todo el universo de sentimientos que se han desbordado esta mañana.


Me he despertado a las 9.00, he desayunado un zumo de naranja con un croissant de mantequilla y he ido a mi cita para el masaje de espalda y piernas que no sé si me ha relajado o me ha dejado molida, me crujían casi todos los huesos con la presión que esas manos han ejercido sobre mi espalda.

Después del masaje, he pedido en recepción que me preparan el coche mientras me daba una ducha para quitarme de encima todo el aceite del masaje y embadurnarme del mío habitual que, aunque suele ser de camomila casi todo el año, en verano suelo elegir jazmín.

Terminado mi ritual de acicalamiento, el coche está listo y voy directa a Fuente Vaqueros, pueblo natal del gran poeta de la Generación del 27, grande entre los grandes.

La cita lo merecía.

Genio entre los genios, mi querido tío bisabuelo Federico García Lorca.

Cuando llego a Fuente Vaqueros, apenas a 19 kilómetros de la ciudad de Granada, descubro un pueblo pequeño de casitas blancas y calles tranquilas, una rambla central donde parecen celebrarse las fiestas del pueblo y alguna estatua que otra en homenaje al poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo XX.

LLego al número 4 de la calle Poeta Federico García Lorca. El coche lo aparco justo delante de la blanca fachada de la casa, y aún sin dar crédito, apenas ni siquiera puedo bajarme del coche porque mi alma, mi corazón, mi aliento, todo mi yo no responde.

Estoy en una casa que perteneció a mi familia hace varias generaciones, hoy convertida en Museo. Estoy en una casa que vio nacer al más grande de los grandes poetas en España.

Estoy emocionada. Y guardo silencio.

A las 13.00 horas empieza la visita guiada por el interior de la casa y lo primero que nos dicen a todos es que las fotos y los vídeos están absolutamente prohibidos. Pero me identifico en privado ante el guía y responsable del Museo Casa Natal de García Lorca como familiar descendiente de la familia Lorca y logro una excepción en este tema. De ahí las fotos que guardaré toda la vida como un gran legado para mi familia y futuros hijos.

La visita es un viaje al pasado, a la historia, a la obra de Lorca. A mi propia historia cada vez que tengo entre las manos una hoja en blanco y algo de tinta.

Visitando la casa de mi tío bisabuelo, se entiende gran parte de la genialidad de este erudito en poesía. Se entiende su corazón noble, sus tardes escribiendo versos bajo la parra del patio de su casa, junto al pozo, se entiende su pasión por su tierra, porque Fuente Vaqueros es un pueblo pequeño pero entrañable, un pueblo sin costa, pero con la sal propia del mar en sus gentes, un pueblo lleno de silencio pero no menos lleno de alegría.

Dijo Lorca: "En este pueblo tuve mi primer ensueño de lejanía. En este pueblo yo seré tierra y flores".

La casa conserva intactos algunos de los muebles originales que Lorca y su familia usaron, como la mesa del comedor e incluso el mueble del salón y la chimenea, la cama de matrimonio de la habitación de sus padres donde nació García Lorca, la cuna en la que durmió mientras fue bebé, el andador en el que dio sus primeros pasos y el pozo de donde bebía agua.
Y, claro, el granero. Hoy convertido en una sala de exposición en homenaje al poeta, pero con su tamaño y techo de vigas de madera original.

Fotografías aún colgadas de la familia, el piano de cola que Lorca tocaba. Él siempre quiso ser músico y de hecho estudió piano con el maestro Antonio Segura Mesa, y entres sus amigos de la Universidad lo conocieron más como músico que como escritor.

En la Universidad de Granada estudió Filosofía y Letras y recibió clases de Martín Domínguez Berrueta, profesor de Teoría de la Liteatura y de las Artes, quien llevó a mi tío bisabuelo y a sus compañeros de clase de viaje por diferentes lugares de España, entre ellos, Baeza, Úbeda, Córdoba, Ronda, León, Burgos y Galicia. Y fueron estos viajes los que despertaron su vocación como escritor, fueron estos viajes los que hicieron que Lorca empezara a derramar poesía.

Me parece curioso que mis viajes me hagan escribir de la misma forma en que los viajes de mi tío bisabuelo García Lorca le llevaron a escribir de forma constante y sentida. Cómo es posible que, salvando las diferencias entre su genialidad y mi corta y anónima trayectoria, se repita la historia de una vocación por descubrir el mundo y plasmarlo en letras para compartirlo.

El corazón me late con mucha fuerza durante todo el recorrido de la casa, cada detalle es para mí una sensación única e indescriptible que anega mis ojos en lágrimas de emoción, de felicidad desbordada.

Cuando termino la visita, muy cerca de la casa de mi tío bisabuelo hay una sala de exposiciones con su historia escrita en las paredes, de una manera muy gráfica. Por supuesto, no me iré sin verla. Y es aquí, donde termino de emocionarme descubriendo los pocos detalles que ya me faltaban por conocer de su paso por este mundo, un mundo que fue cruel e injusto con su transitar y le brindó un final nada merecido sesgando para siempre la voz de un poeta que con tan sólo 38 años hizo historia.

De haber vivido otros 38 años más, habríamos tenido de él mucho más. Mucho más arte, mucha más poesía, mucho más Lorca.

Con tan sólo 38 años, los mismos que tengo yo hoy, ha dejado una huella imborrable en este mundo.

Y en mi corazón.

Y en el tuyo.

Lo que nos falta de él, es para todos un misterio. Pero como él mismo nos dijo:

"Sólo el misterio nos hace vivir. Sólo el misterio".

Termino la mañana con un silencio y un nudo en el estómago que no es más que una emoción que se ha puesto en pie dentro de mi alma y que se va encauzando mientras viajo en coche de regreso al hotel. En mi retina pervive y pervivirá para siempre cada segundo vivido en su casa. Un instante apenas en mi vida, una hora que fue tan fugaz como un pestañeo de mis ojos.

La emoción continua el resto del día, parece que hoy ya no quede nada más porque cualquier cosa en este momento me parece banal. Por la tarde, algo de lectura y algo de descanso para sosegar el alma de tanta emoción.

Por la noche, la última en la impresionante ciudad de Granada, un paseo entre sus calles céntricas peatonales, sus plazas llenas de vida y de terrazas, y entre esas callecitas abarrotadas de artesanía árabe, la Alcaicería: un lugar lleno de encanto y donde aquellos que quieran comprar souvenirs o algún producto de artesanía granadina, encuentran aquí la mejor de las opciones.

La Alcaicería se fundó en el siglo XIV junto a la Mezquita Mayor en la época de Muhammad V. Se accedía a ella a través de nueve puertas que se cerraban para protegerla.
Su nombre proviene del árabe al-qaysariya que designa una institución comercial, si bien también se dice que su nombre se debe al César, al que los árabes estaban agradecidos por permitirles el comercio de la seda. Aunque con el paso de los siglos, aquí se han ido instalando lineros, escribanos y otras tiendas sin relación alguna con la seda convirtiéndose en lugar lleno de un encanto al que se le confiere un aire mágico y del que no es posible escapar cuando se está en Granada.

Al final, una cena nada copiosa de unos chopos en su tinta y unas otras con limón, sal y pimienta.

Y entonces, mi cuerpo decide que es hora de ir a dormir.Y por alguna razón que puedo intuir, mi mente se alía con él.

Mañana me espera un viaje de algunas horas  en coche hasta Altea. Aunque antes, tendré que despedirme de Granada como la ciudad merece.



















Catedral, Capilla Real de Granada y Altea, 23 de agosto de 2015 - Granada y Altea

Estas son mis últimas horas en esta ciudad histórica. No tengo demasiado tiempo si quiero aprovechar bien el día.

Un desayuno rápido y me voy directa a dar el último paseo por las calles de Granada, y por supuesto, no podía faltar visitar su Catedral, una de las obras cumbres del Renacimiento español.

Carlos I tuvo la intención de convertir la ciudad de Granada en el modelo de ciudad del siglo XVI y ordenó numerosas construcciones de forma que parte de la construcción de la catedral fue simultánea a la construcción de otras obras bajo el mismo reinado como lo fue el Palacio cristiano de la Alhambra, la Universidad y la Chancillería -la Real Audiencia, órgano judicial-.

Preciosa, con una gran altura de techos de bóveda y numerosas cristaleras con forma de arco, la Catedral de Granada cuenta también con varias capillas y un altar digno de contemplación.

Tras  la visita a la Catedral, me dirijo, a tan sólo unos pasos, a visitar el Sarcófago de los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón.

Sin duda, es impactante saber que tienes delante los restos de dos personajes tan importantes en la historia de España.

El sepulcro de los Reyes Católicos de España es un conjunto escultórico renacentista realizado en mármol de carrara concebido para el enterramiento de ambos reyes y que concluyó en el año 1517.

La Capilla Real de Granada fue, de hecho, fundada por los Reyes Católicos en el año 1504 como panteón de reyes. El deseo de los monarcas fue enterrase, naturalmente, aquí.

La reina Isabel murió en el mismo año en que fundaron la Capilla, mientras que el rey Fernando murió años más tarde, en 1516.

Se les conoce y recuerda porque fueron los reyes que emprendieron la conquista del reino nazarí de Granada y consiguieron la rendición de Boabdil, el último rey musulmán de la ciudad y que actuó inteligentemente entregando las llaves del reino a los Reyes Católicos. Pero también porque fueron los principales valedores de Cristóbal Colón. En abril de 1493, Colón fue recibido en Barcelona por los Reyes Católicos donde les mostró a éstos muchas de las mercancías traídas desde América, como especias y oro, ante las cuales los reyes quedaron maravillados, no sólo por lo que veían sino también por lo que Colón les narraba acerca de la fauna y flora del nuevo continente.

Mientras estaba frente a la cripta de los reyes, contenía la respiración. Junto a ellos, los restos de su hija Juana la Loca y su esposo Felipe el Hermoso, y el hijo de ambos.

Una experiencia que me hizo sentir bajos mis pies los siglos de historia que tiene el país donde nací hace 38 años.

Su esencia.

Aún sorprendida por la majestuosidad de la visita, me dispongo a hacer algunas compras de última hora para llevarme algo de gastronomía local a casa. Mientras paseo, voy en silencio con la mirada detenida a cada segundo en cada esquina casi diciendo adiós y sintiendo que, algún día, tendré que volver a este impresionante rincón de España, con una gastronomía excelente y un trato de sus habitantes que derrocha amabilidad y alegría por doquier.

Mi querida Granada, tengo que partir.

El viaje a Altea dura 4 horas y media, y lo primero que hago al llegar a mi hotel es darme una ducha tranquila. Un descanso de una hora y me planto en el encantador casco antiguo del municipio para despedirme de este viaje con la última cena de estos intensos días de descubrimiento a veces y de recuerdos de mi niñez por momentos.

Empiezo con un paseo romántico por sus caso viejo, embriagada de su ambiente de verano y sus calles estrechas y empedradas, de la alegría de su ambiente en las terrazas abarrotadas y el olor a salitre en las esquinas y en las plazas con sus puestos de souvenirs y artesanía.

Mezcla de diferentes músicas en directo y voces que alegran y hechizan a los que paseamos por las entrañables callecitas de Altea, calles y tiendas escondidas esperando a ser descubiertas por el ojo avizor.

Al final, rendida de caminar y absorta en la belleza de este pequeño rincón del Mediterráneo, termino sentada en un restaurante que tiene por nombre el arte personificado: La Farándula.

En La Farándula, la simpatía y la juventud de los camareros sorprende tanto como sus platos, exquisitos, bien condimentados y excelentes en sabor.

La velada transcurre entre música, risas y añoranza de cada uno de los días vividos en tantos rincones de España. Con la alegría de saberlos vivos y la nostalgia de tener que despedirme.

Aunque, es ahora cuando merece la pena recordar la frase de mi querido tío bisabuelo García Lorca:

"Desechad tristezas y melancolías. La vida es amable, tiene pocos días y tan sólo ahora la hemos de gozar".

Supongo, que no se equivocaba cuando decía que el presente es lo único que tenemos.

Qué bonito ha sido recorrer la Costa Blanca y dejarme llevar por sus caminos hasta el sur y su Costa del Sol. Qué espectaculares rincones, más llenos de belleza y encanto que cuanto los libros dicen y mucho más incluso de lo que algunos pretenden contarnos.

Es la magia de arañar la piel de un mar que es tan viejo como bello, mi querido Mediterráneo y toda su herencia del Al-Ándalus.

Son sólo algunos de los bellos rincones de España.









14 comentarios:

  1. Sin duda un viaje extraordinario. Tu relato nos demuestra a todos los que te seguimos que aunque viajar a otros países es algo extraordinario, también quedarnos en casa es muchas veces la mejor de las opciones. Cómo describes la gastronomía y las fotos que complementan tu relato es una muy buena forma de convencer a los que dudan de si en España se puede pasar bien, porque no sólo uno se lo puede puede pasar bien, es que además se come increíblemente bien. Y todos sabemos cuando viajamos que la gastronomía es uno de los ingredientes principales en cada viaje que hacemos. Y muchas veces, es la gastronomía lo que ayuda a definir un viaje.

    Enhorabuena por otro excelente relato Eva. Abrazos.

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  2. ¡Siempre con tanto glamour, qué guapa nuestra autora favorita!

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  3. Una vez más Eva nos deleita con uno de sus relatos de viajes. Siempre tan certera en las palabras y tan descriptiva en los detalles. Consigue transmitir tanto que al final el lector parece ser el propio protagonista del viaje de la autora.

    Sin duda, los genes de Lorca, el tío bisabuelo de Eva, tenían que salir por alguna parte, y parece que el don de la escritura lo ha heredado nuestra pequeña gran artista progatonista de este blog.

    Enhorabuena Eva, ¡no dejes de escribir jamás!

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  4. Querida Eva,

    En primer lugar muchas gracias por compartir un viaje más con todos nosotros. Sin duda es una gran labor por tu parte. Y lo es porque escribir y relatar día a día cada paso que das incluyendo algunas vicisitudes no esperadas como tu dolor de estómago el día en que querías ir a la playa y no pudo ser, es admirable desde cualquier punto de vista. Implica esfuerzo y dedicación constante, un esfuerzo de memoria, de tiempo, de recopilación, de emociones reunidas.

    En segundo lugar, gracias también por hacerlo con tanto afecto y con tanto detalle. Supongo que imaginas que muchos de nosotros apuntamos todos tus pasos para luego buscar el momento en que poder hacer ese mismo viaje que tú has hecho, anotamos restaurantes, calles, plazas y monumentos o catedrales que visitar porque nos parecen interesantes y dignas de descubrir cuando te leemos con toda esa magia y emoción que nos transmites.

    Y en tercer lugar, sólo me queda felicitarte por ser tan auténtica siempre. No es necesario añadir nada más, lo dices todo en tus relatos. Eres una gran mujer, y una estupenda escritora.

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  5. Maravilloso tu post sobre el sur de España, tal cual nos tienes acostumbrados.

    Muchas gracias por compartir y mis felicitaciones por tan bonita ruta.

    ¡Un beso escritora!

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  6. ¡Qué guapa estás Eva, siempre tan radiante! Me ha encantado leerte, como siempre que relatas tus peripecias por el mundo.

    ¡Qué bonita eres!

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  7. Alberto Martín Gallardo30 de agosto de 2015, 17:58

    Brillante relato, me he metido dentro y he saboreado cada plato con la autora, he visto cada basílica como si fuera la tuviera delante y he sentido a Lorca como nunca antes lo había sentido.

    Me ha despertado todo el interés este blog y mucho más su autora, por excelente narradora y, además, por guapa no, lo siguiente.

    Enhorabuena Eva.

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  8. Una crónica excelente, muy bien narrada y totalmente absorbente para tus seguidores. En comentarios anteriores han dejado claro el gran estilo de la autora, me sumo a esos comentarios y es más, diría que no es una cuestión de estilo estrictamente, es una cuestión de talento innato para relatar sobre viajes y emociones. Creo que Eva lo hace único.

    Cada vez que te leo, hago un viaje sin moverme de la silla de mi despacho o de mi casa.

    Bravo Eva.

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  9. Esto es un viaje que contiene una excelente combinación de relax y ocio con mejor gastronomía y su dosis justa de cultura e historia.

    Ojalá todo el mundo supiera viajar así. Es perfecto.

    Enhorabuena Eva.

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  10. La narradora de sueños

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  11. Por mi parte, no sé si hay algo que pueda añadir diferente a lo dicho. Coincido en todo. Me parece un viaje precioso, un relato sensacional y Eva una mujer guapísima y llena de un magnetismo que te atrapa.

    Yo siempre la leo, desde la que descubrí como escritora. Tengo su libro, la he leído en prensa y la leo en su blog. Y así será siempre.

    Buen viaje por el sur querida. Besos azules.

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  12. Magnífico relato Eva, como siempre que escribes lo que sea que te apetezca escribir aunque admito tu facilidad de pluma para relatar viajes y experiencias propias, pones tanto sentimiento que me atrevería a afirmar que todos compartimos tus mismas emociones. Es casi como leer un libro cada vez que leemos un relato tuyo, vivimos mil cosas diferentes en sólo unas páginas.

    Por cierto, yo estuve en Granada hace relativamente poco y doy fe que es una ciudad llena de encanto, Málaga es más occidental y como ciudad es muy bonita pero el encanto de Granada es único.

    No he visitado nunca la casa de tu tío bisabuelo hoy convertida en museo pero me lo apunto para la próxima. Ah, y por supuesto no me quedaré sin probar la experiencia del restaurante Dani García en Marbella, aunque me temo que tengo que preparar antes el bolsillo jaja.

    Besos guapísima.

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  13. Genial el relato Eva, me ha gustado muchísimo leerte, como siempre. Por cierto, estoy leyendo de nuevo tu libro. Y es la tercera vez.

    Un abrazo.

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  14. Muy buen texto, como habitualmente sucede con esta autora. Hay que agradecerle el texto y las fotos compartidas por deleitarnos y hacernos crecer y aprender con otra de sus maravillosas experiencias recorriendo el mundo.
    Está claro que esta mujer sabe elegir bien.

    Enhorabuena para Eva y un saludo a todos los seguidores de este blog y de la autora.

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