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domingo, 27 de noviembre de 2011

La grandeza de lo pequeño


A todos nos asombra la grandeza. Nos deslumbra la inmensidad, nuestra mirada se pierde en las vastas extensiones de tierra donde el horizonte es una fusión de la misma con el cielo. Incluso mirando en un acto de contemplación el mar, nuestros ojos se guiñan mientras nuestra mente parece expandirse en un intento de entender tanta vastedad. Y cuando pensamos en el infinito, no alcanzamos a entender su dimensión, porque en tanto que estamos hechos de materia y somos, en consecuencia, sólidos y tangibles, somos finitos y tenemos limitaciones. Pero estas no van más allá de nuestro cuerpo físico, porque en cuanto a emociones y sentimientos se refiere, cada ser humano es un inmenso continente por descubrir.

En este descubrimiento que muchos intentamos conquistar en nuestro propio territorio, es decir, mediante el autoconocimiento, siempre acaba sucediendo que acabamos quedándonos con aquello que nos presta un mayor recogimiento y un mayor confort. Y esto solemos encontrarlo en los pequeños rincones de nuestra alma, y no en su infinito. ¿Qué nos pasa cuando tenemos un mal día y necesitamos apartarnos del mundo?. ¿O qué ocurre cuando nos sumergimos en sentimientos de nostalgia y añoranza o bien recordamos viejos tiempos o abrimos viejos baúles para leer antiguas cartas y ver de nuevo viejas fotos?. Que buscamos casi de modo inconsciente e involuntario aquél pequeño rincón favorito de nuestra casa, el sillón junto a la chimenea o el lado de la cama que da a la ventana, la esquina favorita de nuestra salita o el rincón más escondido de nuestro jardín. Porque a todos nos pasa que nos deslumbra la grandeza, pero nos reconfortamos y nos crecemos en lo pequeño, en aquello que nos transmite bienestar, nos regala seguridad y preserva nuestra más preciada intimidad, aquél rincón donde siempre volvemos a soñar, donde vuelve a erizarse nuestra piel recordando viejos amores y otros menesteres.

En nuestra alma buscamos refugios casi siempre rememorando aquellas primeras emociones de nuestra niñez cuando nos encandilábamos ante la más mínima sorpresa, desde el columpio nuevo en el parque de siempre hasta el primer beso a escondidas del resto del mundo. Son esas emociones que perduran de forma infinita en nuestra alma y en nuestra retina las que nos dan el sosiego ante las adversidades del presente, y donde acabamos recogiendo nuestros pedacitos de añoranza para revivir en la pequeñez de esos momentos la grandeza de las mejores emociones que tanto nos gusta recordar, y que tanta inmensidad  han dado a nuestro espíritu.

Y es que, la grandeza de lo pequeño es la más infinita de la experiencias, porque incluso cuando alcanzamos edades avanzadas y nos encontramos inmersos en nuestra vejez, seguimos recordando aquellos pequeños momentos que tan grandes nos hicieron ser.

15 comentarios:

  1. Eva, tus escritos me encandilan. Tu alma me tiene cautivado. Estás hecha de estrellas, tienes el Universo metido en tu interior.

    Un abrazo con todo mi cariño.

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  2. Tus palabras son como tus ojos. Y tus ojos como tu alma. Creo que Oliver tiene razón.

    Tienes magia en tus entrañas. Y escribes con ellas.

    Besos

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  3. Lo pequeño siempre es lo más grande. Un recién nacido, una flor, un pájaro que canta en mi ventana.

    Un grano de arena junto a muchos otros conforman una playa. Una gota de agua junto a otra hacen los océanos.

    Una palabra junto a otra sólo tiene magia cuando tú las escribes.

    Enhorabuena Eva.

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  4. Bellisimas reflexiones, como siempre.

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  5. A mí me deslumbra un alma buena, y ese rayo de luz a primera hora de la mañana. Me deslumbra una sola lágrima, y me deslumbra esa emoción que se desprende del otoño. Me deslumbra que alguien me diga que me quiere, y el recuerdo de aquellas olas donde mi amor flotaba. Me deslumbra ese pelo, cada brillo. Me deslumbra una sencilla nube o una sencilla manzana. Me deslumbra lo desnudo de la armonía, y la paz de una sonrisa. Me deslumbra ese humo que sale por la chimenea, o una casa donde haya sosiego. Me deslumbra el silencio de un niño, y una caricia de madrugada. Me deslumbra el color naranja fuego, y el azul de los poetas. Me deslumbra lo inesperado de un beso o de una sábana limpia. Me deslumbra la caligrafía de un amigo, y unas manos metidas en harina. Me deslumbra la nostalgia de un sello, o una mujer que reza de rodillas. Me deslumbra ella cuando me llama, y me deslumbra la transparencia del agua. Me deslumbra un poco de tierra, o esas pinceladas de sus labios. Me deslumbra vivir, y sentir que amo, y que respiro.

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  6. Hola Eva, gran tema el de hoy para reflexionar. Yo también tiro mano de vez en cuando de tardes de cajón llenos de fotografías y de sillón mirando por la ventana recordando momentosy así, reviviéndolos puedes volver a sentir la misma felicidad que sentiste en el pasado.
    Bonitas palablas las que empleeas.
    Un beso muy fuerte y hasta el próximo domingo.

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  7. Mi rincón favorito lo encuentro en un libro, en la conversación con un viejo amigo o también cuando abro tu libro y te descubro. Sobre todo, cuando te descubro Eva. Gracias.

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  8. ¡Fantástico artículo Eva, me ha encantado!

    ¡Un abrazo fuerte, no dejes de escribir jamás!

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  9. Los recuerdos no pueblan nuestra soledad, como suele decirse; antes al contrario, la hacen más profunda.

    Eres un crisol de buenas ideas y sensaciones...no cambies!!!
    Un beso muy fuerte.
    Franc

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  10. Bonito texto Eva!! A veces inconscientemente un olor, un sabor o una sensación me llevan muy lejos en el tiempo, hacia atrás... Desearía que durara más, pero apenas se prolonga por espacio de unas décimas de segundo. De toas maneras, aunque no reconozca ni el qué ni el cuándo, esas décimas de segundo son suficientes para hacerme sentir inmensamente feliz... El recuerdo es lo único que nos queda del tiempo vivido... Yo siempre te recordaré con mucho aprecio y cariño, y por tu ilusión y tus ganas de compartir. Doy gracias al cielo por ese instinto, ese don que tienes de convertir lo particular en general. He disfrutado mucho leyendo este artículo, gracias!!! Juan Ignacio

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  11. Pialli! De cada una de las cosas que vivimos que se quedan en nuestro corazón, se integran y forman parte de nosotros, somos todas y cada una de esas "pequeñas" cosas, el vivir el aquí y el ahora en todo momento, sabiendo que puede ser tu último instante, te hace entonces "ver" lo inmenso que es cada uno de los momentos que te han sido regalados.
    Tlakohkamati por estar.

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  12. Es cierto que las cosas que parecen mínima son las mas grandes,al menos para mi,una sonrisa ,una lagrima un abrazo...hay tantas cosas tan ¡¡importantes que pasan sin que nos demos cuenta...,estoy siguiendo tu blog amiga,me gustaría que entraras en el mio,un abrazo desde España
    http://maytesentimientosencontrado.blogspot.com/

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  13. Tan cierto mi querida Eva . . . Ésos recuerdos son inolvidables y ésas pequeñas cosas son las que hacen grande nuestro vivir. Gracias!

    Abby Alers _ Facebook.com

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  14. En las cosas pequeñas, esas son el comienzo de todo y en ellas se recogen nuestros mejores momentos, en esa hoja caída haciendo cabriolas de un árbol y que termina entre las hojas de un libro, en esa mirada que guardas en el recuerdo, en esa mano que parece continuación de tu ser, en esa puesta de sol en una playa solitaria, en esa brisa que acaricia, en pensar en el motivo de que yo entrara aquí, en el viento gélido que me quería atravesar en mi paseo por el parque, en una sonrisa de un niño, en un ayudar a una anciano... en tantas y tantas pequeñas cosas que son capaces de llenar un alma.

    Me alegro de haberte leído.

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