La consciencia creadora

Nuestro trabajo como humanos es tener en nuestros pensamientos aquello que deseamos, visualizar claramente en nuestras mentes lo que queremos, y saber que desde que iniciamos esa visualización estamos invocando una de las más grandes leyes que existen en el Universo, la Ley de atracción. De algún modo, nos convertimos en aquello que más pensamos y,  por tanto, ese pensamiento es lo que atraemos a nuestra vida. Este principio se puede resumir en tres simples palabras: pensamiento, conversión y agradecimiento.

Lo que las mentes dormidas no comprenden es que cada pensamiento tiene una frecuencia y esa frecuencia transmite una energía cuya fuerza es posible medir. Cuanta mayor sea la fuerza de esa energía (pensamiento) más atracción se ejerce en su posibilidad de manifestación física, en su materialización.

Atraemos lo que pensamos, de modo que si pensamos en positivo y hablamos en positivo, atraeremos el bien o positivad a nuestras vidas. Sin embargo, de forma inconsciente, invertimos mucho tiempo en pensar en todo aquello que deseamos pero no tenemos, lamentándonos de esas carencias. Dedicamos mucho tiempo a pensar en problemas que invaden nuestras vidas -la mayoría de ellos ni siquiera lo son, los convertimos en tales-, en lugar de invertir ese pensamiento para transformarlo en positivo. Y cada vez que pensamos en la parte negativa de las cosas, estamos atrayendo más negatividad, por tanto, es un principio básico pensar en positivo de forma constante. Ello no sólo repercute en una actitud de alegría en nuestras decisiones y modo de vivir sino que, realmente, ejerce un poder de atracción sobre todo aquello que se encuentra en una misma sintonía de positivismo. Lo positivo atrae lo positivo, mientras que lo negativo atrae más negatividad a nuestra vida. 

La nueva visión que la física cuántica nos ofrece del Universo nos dice que aquello que llamamos “espacio vacío” en realidad es un campo de pura energía formado por partículas subatómicas vibrantes, que recibe el nombre científico de Campo Punto Cero.

Según una de las leyes fundamentales de la física cuántica, estas partículas existen como potencial de todas las probabilidades hasta que son observadas, momento en que se colapsan en un estado particular. Este efecto observador sugiere que la realidad sólo emerge del estado primordial o Campo Punto Cero con la participación de una consciencia viva. La consciencia es la que crea a partir de ese océano de flujo cuántico, produciendo a partir de él algo tangible en el mundo manifestado.

El ser humano, en su nivel más fundamental, está hecho del mismo material que conforma todo lo que contiene el Universo. El Campo es la fuerza central organizadora que gobierna todo el Cosmos, el motor central de nuestro ser y nuestra consciencia, la fuente de toda la información, una inmensa trama de interconexiones conectadas simultáneamente con todo, donde no existen ni el tiempo ni el espacio, sólo un inmenso presente, un vasto aquí y ahora extendido. Es un anteproyecto del mundo, una subestructura básica de puro potencial que contiene todas las posibilidades y todas las versiones posibles de todas las formas. La consciencia viva es la que pone fin a toda esta aleatoriedad al hacer que, de todos esos estados posibles, sea sólo uno el manifestado en el mundo físico; es la que continuamente, a través de los pensamientos, va configurando la realidad. La información del Campo, a través de la conciencia (pensamientos, deseos o intenciones), se organiza coherentemente en materia: es la esencia misma de la Creación. Al conectarse nuestra consciencia con el Campo, se conecta a la vez a todo ser, a toda consciencia, hasta los más remotos confines del Universo.

Si hacemos una comparación con los Principios Universales herméticos encontramos grandes paralelismos: el Campo de energía cuántica que todo lo impregna y en el que todo está contenido, fuera del espacio y del tiempo, sería la noción metafísica de El Todo, siendo El Todo el principio causante de la creación del Campo, y el Campo un pensamiento sostenido en la mente de El Todo.

Las partículas cuánticas que conforman el Campo, que contienen en sí mismas todas las posibilidades y a partir de las cuales toma entidad todo lo creado, serían la Sustancia o materia prima viva de la metafísica. En lo que hasta ahora era considerado “espacio vacío” reside la clave de la vida: es la fuerza de vida que fluye por el Universo.

El Principio de mentalismo dice que el universo es mental y el Principio de Correspondencia dice que todo es igual en todos los planos de existencia. En el nivel más básico y fundamental, en el Universo de las partículas cuánticas, no existe diferencia entre mente y materia. La Física Cuántica demuestra que cuando se desciende lo suficiente en el mundo cuántico, desaparecen las diferencias entre lo mental y lo físico.

El efecto observador de la teoría cuántica también corrobora el Principio de Generación, es decir, la cualidad creadora de los pensamientos. Las partículas de energía del Campo contienen todas las posibilidades, y sólo la consciencia viva determina, al dirigir su atención, cuál de todas esas posibilidades se manifestará en el mundo físico de forma material.

Pienso, luego creo. Es la consciencia creadora de nuestra realidad.

La Ley de atracción es la ley universal que hace que podamos atraer a nuestra vida todo lo que se encuentra en nuestra misma frecuencia de vibración. Es decir, atraemos lo que pensamos y también lo que sentimos –pensamiento y sentimiento van unidos-. Nuestra vida actual es un reflejo de todo lo que hemos pensado y sentido hasta ahora. Y sólo uno mismo tiene el poder de cambiar su propia vida, cambiando nuestra forma de pensar y sentir.

Cuando, consciente e intencionadamente, cambiamos nuestros antiguos patrones de pensamiento respecto a las situaciones y circunstancias que conforman nuestra vida (la salud, el trabajo, las relaciones, el amor, la prosperidad, el dinero, etc.) haciéndolo con constancia y sin dejar paso a pensamientos o sentimientos contradictorios, es cuando empezamos a atraer a nuestra vida nuevas cosas, personas, situaciones y circunstancias acordes a nuestra nueva forma de pensar y sentir: estamos cambiando la frecuencia vibratoria que emitimos y atrayendo todo lo que se encuentra en nuestra nueva frecuencia. Pero la Ley de atracción no es una única ley aislada, sino la puesta en acción de todos los Principios o Leyes Universales operando de forma sincronizada y conjunta, y sólo el conocimiento de todos y cada uno de estos principios y su dominio permite poner en práctica la Ley de atracción de modo beneficioso para cada uno de nosotros.

Mientras tanto, es mejor no olvidar que nuestro pensamiento tiene la capacidad de crear todo aquello que contiene en sí mismo. La energía siempre se transforma y la consciencia dirige el Universo.