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domingo, 6 de febrero de 2011

Nuestras dos fuerzas

Era 5 de agosto de 2009, hacía bastante calor, incluso en el despacho, así que me recogí mi larga melena con una pinza negra de Evita Peroni y pedí que me subieran una botella de agua fría, no quería llegar deshidratada al mediodía porque, sinceramente, tenía mucho que escribir antes. Y me apetecía.

El día anterior había llorado.

No había motivos aparentes, nada había pasado que desencadenara las lágrimas que por mi cara corrían; sin embargo, sentí una necesidad imperiosa de llorar para sacar y liberar energía contenida de deseos aún no manifestados, así que me liberé, dejé salir el sentimiento de la nostalgia de lo no sucedido para coger una fuerza mayor en su deseo y hacer que su plasmación en el plano material llegara incluso antes de lo esperado.
Me sentí muy bien, incluso reía después de haber encharcado mis ojos y mojado mis mejillas.

Liberar energía cuando ésta ejerce presión en nuestro interior es bueno, sin derrocharla.
Siempre tenemos una tendencia natural a identificar las lágrimas con la tristeza y, en determinados momentos -sólo aquellos en los que la evidencia muestra lo obvio- las identificamos con la felicidad. Pero, otras tantas veces, lloramos por nostalgia, un sentimiento a caballo entre la tristeza y la felicidad. Confieso que, en la mayoría de las ocasiones en las que lloro, es por nostalgia de cosas añoradas, nostalgia de lo que nunca ha sucedido y, en segunda instancia, las otras veces, puedo llorar de felicidad. Esas son mis mayorías. Claro que hay matices, a veces lloro por una película que me emociona, por una frase que me impacta traspasándome el alma, por cosas o circunstancias que me hacen sentir de una forma profunda y marcada.

La cuestión es que a veces me parece imposible que después de pasar un rato a solas conmigo misma invadida en lágrimas, pueda reírme con toda la naturalidad del mundo, sencillamente porque lo siento, porque me apetece y porque lo deseo. Siempre he dicho que los humanos somos complejos por naturaleza y, realmente, debe serlo; o quizás seamos tan simples y básicos que nos perdemos en nuestra simplicidad y nos parece hartamente compleja. Menudo dilema averiguarlo, yo estoy en ello desde hace años. De momento, me decanto por el lado de nuestra complejidad.
Algunos bípedos masculinos (hombres) darán por hecho que esto es cierto especialmente en el caso de las mujeres porque, según dicen ellos, somos no sólo complicadas sino que además necesitamos un libro de instrucciones para que puedan empezar a entendernos. En fin…yo creo que es cuestión de evolución chicos y, me parece que en esto, vamos por delante. Pero esto es tema para un libro entero.
Curiosamente, las mujeres lloran con más frecuencia que los hombres, somos más emocionales y tenemos una mayor capacidad de comunicación que los hombres, estas diferencias son algunas de las que hacen que, en determinadas situaciones, tengamos puntos de vista diferentes porque sentimos diferente y nos expresamos diferente. Sin embargo, cada hombre y cada mujer tienen, a su vez, su lado femenino (Yin) y su lado masculino (Yang).

El YinYang es un símbolo dinámico que muestra la continua interacción de dos energías y su equilibrio. Como tal, es un símbolo de armonía que crea igualdad, ya que el yin no puede existir sin el yang y viceversa.
Del mismo modo, sin la interacción de ambos no se genera vida, no existe nada opuesto entre el yin y el yang, sino que son siempre complementarios.
Según esta idea, cada ser, objeto o pensamiento posee un complemento del que depende para su existencia y que a su vez existe dentro de él mismo. De esto, se deduce que nada existe en estado puro ni tampoco en absoluta quietud, sino en una continua transformación. Además, cualquier idea puede ser vista como su contraria si se la mira desde otro punto de vista. En este sentido, la categorización sólo lo sería por conveniencia. Estas dos fuerzas, yin y yang, serían la fase siguiente después del Taiji o Tao - principio generador de todas las cosas según la filosofía china tradicional- , del cual surgen.

Por tanto, necesitamos tener siempre en equilibrio nuestras dos fuerzas para que puedan complementarse y funcionar correctamente; esto nos dará una paz interior y una fuerza emocional equilibrada y en armonía que nos permitirá emitir pensamientos y emociones positivas, de sosiego y que, en consecuencia, nos hará evolucionar de forma extraordinaria porque, si en algún momento estamos preparados para pensar y tomar decisiones, es cuando en nuestro interior existe el equilibrio y, por tanto, el orden. Aquí, otra vez, los conceptos se enlazan, porque todos forman parte de la misma trama de la evolución. Pensamientos, emociones, energía, equilibrio y orden. Todo perfectamente conectado, unido, palabra a palabra, hecho a hecho, dando como resultado muchas veces sucesos que se coordinan en el mismo espacio-tiempo y manifestando así la Teoría de la sincronicidad. Una perfecta sinfonía de conceptos, todos ellos relacionados entre sí con todos los seres de la Tierra.

Y es desde ese equilibrio interior que nos lleva al conocimiento propio que podemos pensar con claridad, descartando los pensamientos negativos y alentando y energizando los positivos.
Había llorado el día anterior, pero acabé sonriendo a la vida y a mi Ser, mientras una gata que merodeaba siempre por los alrededores de mi casa, invadió mi terraza y empezó a comerse la comida de mis perros…por supuesto, le dejé la absoluta libertad de que hiciera lo que le viniera en gana, no sería yo quien la echara de mi jardín.

La vida, al final, siempre te da pequeños momentos para sonreír, sólo que antes de que apareciera la gata, ya sonreía. Me lo debía a mí misma. Por eso, después de mis sonrisas tras mis lágrimas, la querida gata gris vino a visitarme, fue el regalo que el Todo me dio por la lección expresada con mis emociones en la tarde del día anterior. Las señales también forman parte de la trama de la evolución. Y el Yin Yang de mi existencia no puede sino que complementarse y nunca excluirse, cada uno en su sitio, pero aportando al otro.

Por eso, el día anterior, me fui a dormir sonriendo. Con la buena sintonía de un Yin Yang cantado.

11 comentarios:

  1. Me encanta equilibrarme, es la única forma de ser feliz, cuando todo ahí afuera está en desorden, yo mantengo la calma...y sonrío. ¿LLorar? Sí, de vez en cuando, justo para desenmararme de la energía acumulada como bien dices Eva que a veces nos puede causar negatividad cuando no sabemos canalizar tanta...buen artículo, felicidades.

    Un beso Eva.

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  2. Buena entrada! Yo creo que las mujeres tenemos permisos socieles diferentes a los hombres (ellos tienne permiso de algunas cosas que nosotras no y al revés), por eso podemos llorar y expresar nuestras emociones mas libremente. De a poco la sociedad está dejando de tener tantos prejuicios al respecto de las lágrimas y creo que los hombres podrán expresarse también, en un par de generaciones...

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  3. Sinceramente, no comparto opinión contigo Carolina, creo que los hombres ya se expresan prácticamente tanto como las mujeres, y los permisos sociales son los mismos, si bien quedan algunos lugares en este mundo en los que todavía no es así, pero son la minoría, por suerte esto va en evolución positiva y espero que no hagan falta todavía dos generaciones más, ¡me gusta tu artículo Eva!.

    Besotes

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  4. Anónimo dijo...
    Siempre, en cualquier situación y circunstancia de oscuridad hay un punto de luz, y en todas las situaciones que nos inundan de luz, siempre existirá algún punto de oscuridad, he aquí el equilibrio, la perfección de la teoría taotísta del yin yang.

    Un abrazo a todos.

    Estela Ruval

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  5. Me gusta saber que todos tenemos ambos lados, masculino y femenino, a veces necesitamos expresar el lado que no somos físicamente porque lo llevamos dentro, es una forma de ser un ser completo y, a la vez, complementarnos con el sexo opuesto. Y por supuesto, para ser un individuo completo y poder complementarnos y no excluirnos, debemos encontrar nuestro equilibrio interior, el que nos hará más sabios y el que nos hará más evolucionados.

    ¡Sensacional Eva!

    Hugo

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  6. La vida es una continua búsqueda de equilibrio entre la luz y la oscuridad , los momentos en los que el ying y el yang equilibrados nos permiten disfrutar de la paz interior son preciosos y hay que vivirlos con intensidad.
    Gracias por compartir tu experiencia!

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  7. El hombre es un auriga que conduce un carro tirado por dos briosos caballos: el placer y el deber. El arte del auriga consiste en templar la fogosidad del corcel negro (placer) y acompasarlo con el blanco (deber) para correr sin perder el equilibrio.
    Platón

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  8. ...después de esta lectura, no creo necesario que te vuelva a justificar mi alegría matutina, ni que se deba a los efectos de ningún mojito ;))
    Y una vez hecha esta amena introducción... de nuevo gracias por plasmar tan grata lectura en la cual cada un@ se identifica de una u otra forma.
    Besos y a la espera de tu nuevo "documento".

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  9. Gracias Eva por ayudarnos a través de tus experiencias como conseguir nuestro equilibrio!!
    Como siempre formidable... Y aunque desde el silencio, siempre fiel seguidor!

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  10. Dualidad, presente en las culturas ancestrales, los abuelos lo sabian, lo sentian, lo vivian, miremonos en un espejo, somos la unidad que se hace 2, lado izquierdo y derecho del cuerpo, el dia y la noche, negro y blanco, vida y muerte, hombre y mujer, en el universo todo es dual, en algunos lugares le llaman Ying y Yang en otros le llamamos Ometeotl (energia dual), en fin es el mismo principio, se complementan en todo momento para equilibrio natural del universo, nosotros no estamos en equilibrio, solo hay que ver la competencia que existe entre nosotros, no reconocemos el complemento en nuestros semejantes. Un ejemplo, una mujer indigena una vez dijo, "ve mis brazos y ve los de aquel hombre, ¿no es claro lo que puede hacer el y tambien es claro lo que yo debo?, yo se que pedirle y el a su vez sabe que pedirme sin sentimientos de que alguno de los dos hace algo mas importante que el otro, nos complementamos". Reconocer la dualidad en uno mismo, vivirla, es fuerte y laborioso, que mejor motivacion para una buena batalla para conocerse y vencerse uno mismo.
    Tlazohkamati.

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  11. Así es, dualidad en todos los aspectos de nuestra existencia, todo tiene su lado opuesto que a la vez es su complemento, como bien dice la teoría taotista, el Yin no puede existir sin el Yang y viceversa, hemos de aprender que todo es complementario y no tiene por qué ser excluyente.

    Como siempre, un abrazo para todos.

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