Taconeando en las entrañas

Lidiar con uno mismo siempre es la más difícil de todas las batallas, donde más tienes que perder pero, también, donde más tienes que ganar.  En nuestra cotidianeidad, cada día nos enfrentamos a conflictos personales. Quizás la palabra conflicto sea un tanto mayor para describir las decisiones que tomamos  a diario y sobre las que nos hacemos preguntas y sopesamos las posibles consecuencias, pros y contras. Pero en cualquier caso, grandes o pequeñas, las decisiones tomadas a lo largo de nuestros días en nuestro caminar por la vida generan conflictos internos y nos obligan a reflexionar de forma constante sobre muy distintos hechos, situaciones y entornos.

Una lección ejemplar

Hoy ya nadie puede poner en duda que Japón se ha convertido en un ejemplo de civismo, de solidaridad y de ser un país cuya escala de valores se ha basado desde hace mucho tiempo, pero el necesario, en el trabajo constante, el esfuerzo y, especialmente, en el principio de la comunidad sobre el individualismo. Un ejemplo para el resto del mundo donde a todos nos ha quedado claro que el pilar fundamental de la educación japonesa se sostiene en la lealtad y el sacrificio individual por el bien colectivo.

La consciencia creadora

Nuestro trabajo como humanos es tener en nuestros pensamientos aquello que deseamos, visualizar claramente en nuestras mentes lo que queremos, y saber que desde que iniciamos esa visualización estamos invocando una de las más grandes leyes que existen en el Universo, la Ley de atracción. De algún modo, nos convertimos en aquello que más pensamos y,  por tanto, ese pensamiento es lo que atraemos a nuestra vida. Este principio se puede resumir en tres simples palabras: pensamiento, conversión y agradecimiento.

Lo que las mentes dormidas no comprenden es que cada pensamiento tiene una frecuencia y esa frecuencia transmite una energía cuya fuerza es posible medir. Cuanta mayor sea la fuerza de esa energía (pensamiento) más atracción se ejerce en su posibilidad de manifestación física, en su materialización.

La vida es ahora

Rendirnos al momento presente, dejando que los recuerdos nos invadan, es algo que a todos nos sucede de vez en cuando. Hay días en los que no podemos más que dejarnos llevar por nuestras entrañas y nuestro latir, días en los que no podemos luchar contra nuestra condición y  nuestros pensamientos. Esos días son los días en los que sentarse a la luz del sol, contemplando lo presente, o mirar por la ventana desde nuestro rincón favorito es lo único que podemos hacer o, al menos, lo único que se debería de hacer.